CAREM, el proyecto nuclear argentino que pica en punta en el mercado mundial de pequeños reactores modulares
En un contexto inmejorable a nivel internacional, nuestro país cuenta con grandes posibilidades de posicionarse en este nuevo nicho del mercado de los reactores nucleares. DEF dialogó con Alejandra Calvo, responsable del área de Gestión Estratégica del Proyecto CAREM.
Los reactores nucleares modulares están llamados a ocupar un lugar destacado en la estrategia de descarbonización de la economía y de transición energética. Conocidos como small modular reactors (SMR, por su sigla en inglés), esta nueva tecnología viene a dar respuesta a dos grandes limitantes que tenían hasta ahora los proyectos de reactores nucleares convencionales: los altos costos y los prolongados tiempos de construcción.
Un nuevo paradigma
Tal como señaló a DEF la doctora Alejandra Calvo, responsable de Gestión Estratégica del Proyecto CAREM, se trata de un “nuevo paradigma” que da paso a “un nuevo modelo de negocio de reactores más pequeños, de fabricación más sencilla y de un escalado industrial”. En cuanto a la licencia social, indispensable para la viabilidad de este tipo de proyectos, añadió: “Son reactores muchísimo más seguros, imposibles de sufrir un accidente, y su acoplamiento a las energías renovables permite conformar un dúo perfecto para la transición energética”.
En este contexto global, al que se suma la invasión de Rusia a Ucrania y la aparición de potenciales nuevos clientes, el reactor CAREM –sigla de “Central Argentina de Elementos Modulares”– está en pole position para disputar un nicho de mercado muy apetecido. “Somos los únicos que tenemos una obra real que se puede ir a ver, con un grado de avance muy significativo”, destacó Calvo, en referencia a la planta demostrativa de 32 megavatios que la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) está construyendo en la localidad bonaerense de Lima, en un predio ubicado en las inmediaciones del complejo nuclear Atucha. “Contamos con estudios que nos muestran que el mercado internacional que tenemos es muy atractivo”, enfatizó.
– ¿Por qué son tan atractivos los reactores modulares en términos de su ecuación económica?
-Los reactores modulares son una forma de reinventar la energía nuclear en términos de su modelo económico. La fabricación modular es más sencilla y baja los costos, ya que no se necesita hacerlo in situ. También cambia la ecuación económica respecto de cómo se instala y cómo financia su construcción. Los modelos más elaborados hablan de un sistema de “cascada de inversiones”; es decir, se instala el primer módulo y con la producción de electricidad se financia un segundo módulo. De esta manera, se autofinancia el crecimiento de la capacidad de la planta.
– ¿Cuáles son sus principales aplicaciones?
– Los grandes nichos que tienen los reactores de esta escala son, por un lado, complejos industriales que pueden o no estar conectados a la red. También puede ser el primer reactor de países pequeños que quieren incursionar en el mercado nuclear y que tienen matrices energéticas de menores dimensiones. La escala de este tipo de reactores también es muy buena para la generación de hidrógeno rosa, tal como se conoce al producido a partir de energía nuclear. La huella de carbono asociada a ese hidrógeno es quizás un poco menor a la del hidrógeno verde, obtenido de fuentes renovables, si consideramos toda la cadena de producción, algo que en los análisis se suele omitir. Este tipo de proyectos no necesita gran uso de tierras y suele estar cercano a la red eléctrica. El área de exclusión de una planta nuclear es menor al de un proyecto eólico o solar.
Un proyecto competitivo
– En este marco, ¿por qué es tan competitivo el CAREM?
– Estamos en un momento único en el mundo. Argentina ha venido desarrollando un proyecto durante muchos años y el CAREM tiene un grado de madurez importante. En este momento, dadas las cuestiones geopolíticas que vivimos, se ha generado un mercado. Hay entre 20 y 30 proyectos competitivos de SMR, que no tienen la historia del CAREM. Muchos de ellos no pasan de ser renders (representaciones gráficas) y grandes estrategias comerciales. Nosotros estamos cabeza a cabeza con los proyectos más competitivos.
– ¿Qué nos falta todavía?
-No hay ningún proyecto que tenga el estadio de avance del CAREM. Podemos partir de un análisis de la Agencia para la Energía Nuclear (NEA, por su sigla en inglés), que toma seis parámetros totalmente objetivos. Comparado con otros cuatro proyectos (Nuward de EDF, BWRX-300 de GE Hitachi, Rolls-Royce SMR y VOYGR de NuScale), lo único que nos está faltando son asociaciones y vínculos con terceros. Tengamos en cuenta que el CAREM ha sido un proyecto íntegramente financiado por el Tesoro Nacional. Los otros proyectos son modelos distintos, en general consorcios público-privados. Por eso, hace un año y medio, se armó el área de Estrategia de Proyecto que yo estoy liderando.
– ¿Qué importancia tiene el prototipo que se está construyendo en Atucha?
-Vamos a demostrar, por primera vez en el mundo, ciertos avances tecnológicos de los SMR. Esto es un hito no solamente para el CAREM, sino para la historia nuclear en general. Todos los avances van a ser disruptivos. Ahí se va a evaluar el funcionamiento del núcleo, los generadores de vapor, las barras de control, etc. Estas innovaciones no solo nos ponen a la vanguardia del desarrollo nuclear, sino que además nos generan un mercado nuevo en la venta de cada uno de esos componentes.
En carrera hacia 2030
– ¿Es correcto afirmar que va a haber un 70 % de componentes de industria nacional?
– El espíritu del proyecto es que tenga la mayor proporción de componentes nacionales posible. Hasta ahora, la inversión mantuvo esa proporción. Todo lo que se pudo desarrollar acá fue estratégico para generar el know-how y la cadena de valor local. Tenemos una cadena de proveedores enorme. Todos son actores fundamentales en distintas etapas. En los casos de INVAP, NA-SA, CONUAR-FAE e IMPSA, más que proveedores, son socios estratégicos. Son parte de la estrategia del proyecto y, para salir al mundo, la idea es que sean nuestros socios explícitos para salir a competir en el mundo en el mercado de los SMR.
– ¿Tienen algún plazo previsto para la finalización del prototipo o planta demostrativa?
– Preferimos no hablar de una fecha exacta. Lo importante es llegar a la ventana comercial, en el año 2030. Para esa fecha, el que tenga el primer reactor demostrativo va a poder quedarse con una parte importante del mercado. Por eso, debemos tener terminado el prototipo, a fin de poder aprovechar la ventana de oportunidad comercial. Además, hay que salir con un fuerte aparato de marketing a vender el proyecto. Estamos preparando el despegue comercial del CAREM.
Fuente: Infobae