El gran exportador de energía en Sudamérica se queda sin luz
La crisis climática y la mala gestión estatal llevan a Paraguay a tener grandes problemas en el suministro eléctrico, pese a ser uno de los principales países exportadores de energía.
Por Norma Flores Allende para Comunidad Planeta
Osvaldo vive con su esposa y un bebé pequeño en un barrio de Lambaré, ciudad que forma parte del Gran Asunción, área metropolitana de la capital de Paraguay. Ante los frecuentes cortes de luz, ya sea por el intenso calor, alguna tormenta u otro motivo, es usual que se vea obligado a desplazarse a la casa de algún familiar. Sin embargo, las constantes interrupciones provocaron pérdidas en su emprendimiento. Eso lo empujó a comprar un generador.
La realidad de Osvaldo es la de numerosos paraguayos quienes se han visto en la necesidad de adquirir generadores para disponer de electricidad en sus casas u oficinas. Lo que no sería insólito si no fuera porque Paraguay es uno de los grandes exportadores de energía eléctrica del mundo.
El país sudamericano tan solo consume el 16 por ciento de la energía que produce. El resto es exportado como un commodity más a países como Argentina y Brasil, con quienes Paraguay comparte las hidroeléctricas Yacyretá (Argentina-Paraguay) e Itaipú (Brasil-Paraguay). Además, la venta de tal energía se realiza a un precio inferior al del mercado debido a tratados internacionales, tal como señala la organización Base IS.
Exportador de hidroelectricidad que se abastece de leña
A pesar de exportar energía eléctrica, Paraguay, en realidad, depende de la biomasa para su consumo interno. Guillermo Achucarro, ingeniero ambiental especializado en cambio climático, explica: “La madera procedente de plantaciones forestales y bosques nativos abastece al 51 por ciento de los hogares en lo que respecta, por ejemplo, a cocción. Lo que resta es empleado por las industrias agropecuarias, a quienes les sale más barato utilizar leña que pagar por energía eléctrica”.
El último informe del Viceministerio de Minas y Energía, referente a producción y consumo de biomasa forestal con fines energéticos, respalda la afirmación del experto y destaca la importancia de la leña para la demanda interna de energía en Paraguay. “La excesiva demanda de biomasa contra la escasa oferta de biomasa sostenible resulta en un alto consumo de madera proveniente del bosque nativo, que indirectamente induce a un proceso de degradación de los bosques remanentes”, admite el documento gubernamental más reciente.
Miguel Lovera, ingeniero agrónomo con PhD en Biodiversidad y Política Forestal Internacional por la Universidad de Georgia, señala que depender de la leña posee un impacto triple en el medioambiente: primero, en la destrucción de montes primarios; segundo, en cuanto a la tala de bosques que están regenerándose; y por último, en la expansión de monocultivos forestales, los cuales afectan la biodiversidad y los ciclos climáticos.
Ríos secos que amenazan un potencial hidroeléctrico
Si bien la demanda interna en Paraguay es abastecida a través de biomasa, la histórica sequía del río Paraná, por dos años consecutivos, ha impactado de forma considerable la capacidad de generación de las tres hidroeléctricas que dispone dicho país, todas asentadas en el mismo río.
“La bajada del río Paraná batió por segundo año consecutivo su bajada máxima. Eso no ocurría desde 1970”, dice Achucarro. “Y que eso ocurra dos años consecutivos, definitivamente, no es algo normal”, continúa. El experto indica que este fenómeno es regional, abarcando la cuenca del Plata como consecuencia de la deforestación intensiva, especialmente en la Amazonía, una de las grandes fuentes de agua en el Cono Sur.
Y, debido a la baja afluencia, llega escasa agua a los embalses de las tres centrales: Acaray, Yacyretá (binacional, Argentina-Paraguay) e Itaipú (binacional, Brasil-Paraguay), lo cual ha mermado considerablemente la producción de las hidroeléctricas. Esta crisis hídrica se traduce, además, en una menor percepción de royalties por parte del Estado paraguayo.
La ingeniera Mercedes Canese, ex viceministra de Minas y Energía, advierte que la producción de agua se vuelve menos estable en un contexto de crisis climática: “Las hidroeléctricas no son eternas; tienen una vida útil. Los embalses se van de a poco llenando de sedimentos hasta que llega un momento en que la hidroeléctrica deja de funcionar”.
La ingeniera agrega que este proceso se acelera si no se cuida la cuenca, que es lo que ocurre por los monocultivos de soja al borde del río Paraná.
Una crisis climática que también es energética
“La crisis climática efectivamente tiene un altísimo componente de relación en todo lo que concierne a la soberanía energética, en todas sus dimensiones. Menos agua, menos energía, así de simple es”, apunta Achucarro.
Hay que recordar que Paraguay es el país más vulnerable al cambio climático en Sudamérica, ubicándose entre las 10 naciones de riesgo extremo en el continente, debido a sus bajos indicadores de desarrollo y su economía dependiente del sector agropecuario, según el Índice de vulnerabilidad y adaptación al cambio climático en la región de América Latina y el Caribe del CAF.
Mientras Paraguay se debate entre sequías, inundaciones, eventos cada vez más extremos, falta de seguridad hídrica y desplazamientos de personas, el futuro energético tampoco se vislumbra de manera optimista. El viceministerio de Minas y Energía ha señalado que, a partir del año 2030, la producción energética será insuficiente para cubrir la demanda local.
Para colmo de males, la intensa deforestación en territorio paraguayo incide en la cantidad de agua disponible para alimentar estas hidroeléctricas. Entonces, no es solo la crisis climática la que se interpone en este cálculo y acelera lo inevitable, sino que otras prácticas están agudizando el problema.
“Se deforesta mucho para poder satisfacer la demanda energética de leña, la cual es utilizada en las casas y en las industrias. En menor medida, se extrae biomasa de plantaciones forestales. A menor agua, menor cantidad de crecimiento de plantas para satisfacer las necesidades energéticas”, expresa el ingeniero Achucarro.
En este contexto, una alternativa barata y rápida para el abastecimiento de energía son las plantaciones forestales, pero estas tienen un costo oculto que termina siendo más oneroso. “Las plantaciones forestales, utilizadas como biomasa, destruyen bosque nativo para poder satisfacer la demanda energética”, dice el experto.
Lovera, por su parte, ilustra el efecto del desmonte en la disponibilidad de agua: “Al haber menos bosques, hay menor recarga de acuíferos. Y al haber menor recarga de acuíferos, hay menor caudal en los ríos, que es el sistema de drenaje de estos acuíferos llenos”.
No obstante, aún son necesarios estudios para estimar con precisión el impacto de la vulnerabilidad climática en la producción de las tres hidroeléctricas que dispone Paraguay.
Hacia un posible futuro de escasez de energía
La ingeniera Canese recuerda que, cada año, la demanda local de energía aumenta y, en un contexto climático cada vez más adverso, es posible un escenario futuro de escasez. En el pronóstico coinciden ex titulares de la Administración Nacional de Electricidad (ANDE), la empresa estatal paraguaya que provee energía, como Héctor Richer y Miguel Fulgencio Rodríguez, quien afirmó que es probable que la ANDE tenga que recurrir a cortes programados.
Osvaldo opina que, ante los constantes cortes de luz, los paraguayos no tienen más alternativa que comprar un generador. La desventaja es el ruido, la contaminación y el consumo de combustible; pero lo cierto es que él no tiene opción. No puede confiar en la calidad del servicio: sus ingresos dependen de ello. Asimismo, es consciente de que la solución no puede ser solamente individual, por lo que considera que el gobierno paraguayo debe adoptar políticas públicas para mejorar la red de distribución, precio y otros aspectos vinculados a la eficiencia del servicio.
A la falta de una infraestructura adecuada, se suman una matriz energética que no logra aprovechar fuentes renovables de energía y el avance de la crisis climática que promete exacerbar los problemas.
En un futuro no muy lejano, es posible que el mayor exportador de energía no pueda encender la luz.
Fuente: La Tinta