Electricidad y transición energética, dos aliados de la economía circular
Nos encontramos en un momento en que la adopción de una economía circular y respetuosa con el ambiente resulta vital para conservar el bienestar y la seguridad de las personas.
Uno de los temas que acapara la agenda global es la necesidad de avanzar hacia un tipo de producción de bienes, servicios y actividades económicas más amigable con el ambiente, que genere una menor huella de carbono y que utilice energías renovables. La preocupación por los efectos del calentamiento global y la contaminación lleva a los países a buscar estrategias para ayudar a cuidar el planeta.
La economía circular abarca todas las ramas de la producción, tanto de artículos como de servicios, pero fundamentalmente atraviesa al sector energético. En este cambio de paradigma, la transición y la electrificación emergen como dos aliados importantes para lograr los objetivos propuestos.
Por caso, la energía eólica, un rubro en que nuestro país tiene una gran ventaja competitiva, dada la geografía de la Patagonia, es una de las fuentes energéticas renovables que pueden contribuir con éxito al proyecto circular. En Argentina contamos con 57 parques eólicos que suman 900 aerogeneradores y 3.292 MW de potencia instalada.
En abril pasado, la energía producida con fuentes renovables abasteció el 18,6% de la demanda total del país. Según informó la Compañía Administradora del Mercado Eléctrico Mayorista SA (Cammesa), la energía eólica encabezó el aporte energético renovable, con 1.376,3 GWh (74,1%), seguida por la energía solar, con 283,3 GWh (15,2%), 126,4 GWh (6,8%) fueron provistos por fuentes de pequeñas hidroeléctricas de menos de 50 MW de potencia, y el resto, por las bioenergías, 70,4 GWh (3,8%).
Sin embargo, por el momento las renovables no aportan más del 20% de la capacidad de generación eléctrica. No es menor, pero más allá de que el potencial para avanzar en un proceso de descarbonización es enorme, aún no resulta suficiente como recurso alternativo completo.
A modo de ejemplo, la hidroelectricidad provista por centrales de diferentes potencias instaladas tiene una de las menores tasas de emisión de gases de efecto invernadero, la vida útil más larga entre las tecnologías de generación y la mayor tasa de eficiencia. Estas características son indispensables al momento de pensar un sistema productivo ecológico y circular, pero también como nutriente clave del abastecimiento.
Según un estudio realizado por la Comisión Nacional de Energía Atómica, Argentina sólo tiene el 30% de sus recursos hídricos aprovechados. En comparación, el caso de Brasil es paradigmático, ya que consume el 80% de este recurso, aprovechando al máximo la utilización de sus caudalosos ríos. Algo similar ocurre con las redes de transporte. La ampliación y mejoras de las estaciones transformadoras permitirían distribuir de forma más eficiente la electricidad ya generada.
Las cifras generales muestran a las claras que la transición energética será una de las partes destacadas en el universo de la economía circular del futuro. Pero para que las fuentes de energía renovables puedan hacer el valioso aporte del que son capaces, es necesaria una planificada inversión en infraestructura, que contemple tanto la producción como la distribución.
También es fundamental el compromiso activo de quienes formamos parte de la cadena de valor de la industria. La construcción y el montaje de la infraestructura genera impactos y emisiones que, si bien son estudiados y gestionados para evitarlos, mitigarlos y/o compensarlos, es necesario sumar más acciones para lograr los objetivos de descarbonización y restauración.
Una experiencia para replicar y sumar actores e industrias es la de la Cámara Argentina de la Construcción Delegación Córdoba, que presentó hace unas semanas y en la última Cumbre Mundial de Economía Circular en la ciudad de Córdoba, una calculadora de huella de carbono de las obras que se están realizando y se realizarán en el futuro.
Una herramienta creada en conjunto entre los socios de la Cámara, el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (Inti) y la Empresa Provincial de Energía de Córdoba (Epec). Sin dudas, una evolución y un cambio de paradigma en la gestión de los proyectos, que ayudará a controlar y establecer acciones para reducir las emisiones de todos los procesos constructivos.
Como planeta, nos encontramos en un momento en que la adopción de una economía circular y respetuosa con el ambiente resulta vital para conservar el bienestar y la seguridad de las personas. Las fuentes de energía renovables, con su mínimo impacto y sus beneficios ambientales, estarán presentes en esa transición, con un importante aporte.
Fuente: La Voz