Empresas: ¿Qué significa para el futuro del sistema nuclear argentino la venta de IMPSA a una empresa norteamericana?
La reciente venta de IMPSA (Industrias Metalúrgicas Pescarmona Sociedad Anónima) a la empresa estadounidense ARC Energy ha generado un debate en torno al futuro de la tecnología nuclear argentina.
Este traspaso, que marca la primera privatización en el gobierno de Javier Milei, coloca en manos extranjeras a una compañía estratégica, clave para el desarrollo de proyectos energéticos en Argentina y el único proveedor nacional de componentes de alta tecnología para el sector nuclear y de energías renovables.
IMPSA, fundada en Mendoza hace más de un siglo, ha sido una referencia internacional en diseño y fabricación de turbinas hidráulicas y componentes para centrales nucleares y de energía renovable. Su rol en el desarrollo de componentes de alta precisión ha sido esencial para los proyectos de energía nuclear en Argentina, como los reactores CAREM, que son pioneros a nivel mundial.
La llegada de ARC Energy: ¿oportunidad o riesgo?
ARC Energy, una compañía estadounidense con experiencia en el sector energético, se convierte en el nuevo propietario de IMPSA tras ser el único oferente en el proceso de licitación. La oferta incluye una inversión de 25 millones de dólares para «garantizar la continuidad y el crecimiento» de la empresa, una cifra que muchos críticos consideran insuficiente, dado el peso histórico y estratégico de IMPSA.
Si bien esta inversión puede dar un respiro financiero a IMPSA, que atravesaba una situación económica compleja, las preocupaciones sobre la pérdida de control nacional sobre una empresa estratégica persisten.
Daños potenciales al sistema nuclear argentino
La transferencia de una empresa con acceso a tecnología nuclear sensible y de gran impacto a una firma extranjera tiene implicaciones de seguridad y soberanía. IMPSA ha sido clave en el suministro de equipos nucleares avanzados, y su control por una empresa extranjera podría limitar o condicionar los proyectos estratégicos de Argentina, dada la normativa internacional que rige el uso y la transferencia de tecnología nuclear.
Además, la posibilidad de que una entidad extranjera maneje información técnica y operativa de proyectos nucleares y energéticos estratégicos despierta interrogantes sobre los futuros desarrollos en energía nuclear y sobre la independencia tecnológica del país.
Implicaciones económicas y laborales
La venta de IMPSA no solo plantea un riesgo para la soberanía energética y la seguridad nuclear, sino también para la economía local. IMPSA es una de las pocas empresas argentinas con capacidad de producir tecnología de alta complejidad, y su venta representa una pérdida de oportunidades para fortalecer la industria nacional.
Además, la empresa genera empleo especializado en Mendoza y es un centro de formación de ingenieros y técnicos de alto nivel. Con esta venta, surge la preocupación de que ARC Energy reestructure la empresa, comprometiendo puestos de trabajo y potencialmente trasladando áreas de conocimiento fuera del país.
¿Privatización acelerada o interés en la eficiencia?
La privatización de IMPSA bajo la administración de Milei responde a una política de reducción del tamaño del Estado y busca inyectar capital privado en empresas deficitarias. Sin embargo, este proceso abre un interrogante sobre si se evaluaron adecuadamente los riesgos inherentes a la venta de una empresa de tal magnitud y relevancia para el sistema nuclear y energético nacional.
La falta de competidores en la licitación podría ser un indicador de que las condiciones no fueron lo suficientemente atractivas o transparentes para atraer a otras firmas, lo que podría haber elevado el valor de venta y, potencialmente, las inversiones comprometidas.
Conclusión: ¿Quién gana y quién pierde con esta venta?
La venta de IMPSA a ARC Energy, aunque pueda verse como un alivio financiero, tiene costos potenciales elevados para la autonomía tecnológica y la seguridad energética del país. Argentina ha sido líder en el desarrollo de tecnología nuclear y renovable, y la privatización de una empresa clave en este sector podría obstaculizar su capacidad de mantener este liderazgo.
Para muchos, la transacción representa una pérdida de control sobre un sector estratégico que, en lugar de fortalecerse, queda en manos de una empresa extranjera con intereses potencialmente dispares de los objetivos de desarrollo energético y de soberanía tecnológica de Argentina.
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Fuente: El Economista