Frente al desabastecimiento de gasoil y el inminente riesgo en el suministro eléctrico, este biocombustible se plantea como una alternativa con beneficios
Este año se presenta en el país un panorama muy desalentador para la generación eléctrica, al mismo tiempo que aparece un creciente desabastecimiento de gasoil mineral, el que afecta al transporte por un lado y pone en riesgo la cosecha gruesa por el otro.
Más allá de los mensajes que envía el Gobierno Nacional a la opinión pública, lo cierto es que el Banco Central no cuenta con las divisas suficientes para atender a los requerimientos de importación de energía en el corto plazo, que son especialmente altas.
Nuestro país requiere de esas importaciones para sostener principalmente la demanda del parque térmico de generación eléctrica, de las industrias, del transporte y de las estaciones de servicio de GNC, a sabiendas que por ser un año seco, se verá reducida la generación hidroeléctrica.
El precio del gas natural licuado que Argentina importa, tuvo un fenomenal incremento en los mercados internacionales –mucho más que proporcional al ocurrido con el resto de los bienes energéticos-, al punto que de manera inesperada, el gasoil ahora es más barato que el gas natural importado, en términos relativos. En este sentido, la oferta mundial de este último fluido y de diésel proveniente de Rusia se ve muy limitada y ello afecta la fluidez del comercio internacional, más allá de las citadas restricciones monetarias que tiene el país.
Por otra parte, no podemos olvidar que en julio pasado, el Congreso de la Nación sancionó una pésima ley de biocombustibles, bajo el número 27.640, por impulso del oficialismo legislativo y en sintonía con el Gobierno Nacional.
Esa ley redujo el contenido obligatorio de biodiesel en el gasoil que se comercializa en el mercado interno al 5 %, desconociendo además, los importantes beneficios que esta política generó en el país, y los compromisos internacionales que en materia ambiental asumió Argentina -ratificados a través de varias leyes nacionales-.
Desde que asumió el actual Gobierno, se profundizó el proceso de deterioro que venía soportando el segmento de la industria de biodiesel que abastece el mandato en el mercado local, hasta llegar a los peores registros históricos de esta actividad.
+Durante los primeros once meses de gestión de la Secretaría de Energía del presente gobierno, las omisiones registradas en el cumplimiento del Programa Nacional de Biocombustibles, fueron enormes. Luego se tomaron medidas no siempre acertadas.
En este sentido, la Secretaría de Energía poco se ocupó de controlar que el contenido de biodiesel en el gasoil cumpla con las exigencias establecidas en la Ley 26.093 –vigente hasta mayo de 2021- y en la nueva ley número 27.640. Ello puso a las empresas pymes y grandes no integradas que abastecen al mercado interno en una situación económica y financiera muy grave.
El problema referido no resultó de la baja demanda de diésel registrado durante la pandemia, sino del efecto combinado entre ese suceso, el incumplimiento de los refinadores de petróleo con la mezcla obligatoria, y de la Secretaría de Energía, por defectos en el ejercicio de las funciones que le competen –incluso demorando la publicación de precios obligatorios para la compraventa respectiva, o permitiendo que algunos refinadores de petróleo establezcan unilateralmente, plazos de pagos exagerados, etc.- .
Paradójicamente, ahora que la realidad de corto plazo resulta demasiado incómoda para el sector energético, la industria nacional de biodiesel, con sus 3,9 millones de toneladas de capacidad instalada –que se viene utilizando aproximadamente en un 40 % promedio-, puede cubrir buena parte del déficit de gasoil mineral antes referido en forma directa y el de gas natural importado, de manera indirecta.
Lo peor que puede ocurrir es que el país ponga en riesgo su cosecha por falta de combustible diésel. No habrá soluciones sustentables mientras el gobierno nacional no sincere todas las variables de la economía a la brevedad, entre ellas, los precios, tarifas y salarios, y siga orientando buena parte de sus decisiones a proteger a una parte del electorado que lo acompaña en Capital Federal, el Gran Buenos Aires y algunos contados aglomerados urbanos del Interior.
Hay que tener en cuenta que el precio mayorista del gasoil aumentó estos días a niveles que superan en más de un 25 % al precio en surtidor del mismo combustible, hecho contradictorio en sí.
Cuando muy pronto, los días fríos se instalen en la mayoría del territorio del país, las soluciones al problema energético deben estar a la vista. Debemos evitar dos situaciones clave: masivos cortes de suministro eléctrico y por otra parte, retrasos en la cosecha gruesa, y que no pueda ser realizada en tiempo y forma por falta de combustible.
El Presidente de la Nación debe tomar rápidas y eficientes decisiones, ubicándose como corresponde, por encima de las internas de política partidaria que hoy afloran. Y la oposición debe anteponerse a los intereses del país en su conjunto, por encima de los oportunismos asociados a la próxima elección presidencial.
Fuente: El autor es director ejecutivo de la Asociación Argentina de Biocombustibles e Hidrógeno para Clarín