IMPSA, Vaca Muerta y Portezuelo del Viento, las apuestas de la industria metalúrgica mendocina
Las tres iniciativas apuntan a generar un significativo impulso al sector y la economía nacional.
La industria metalúrgica mendocina está pendiente del futuro de tres iniciativas que, en su conjunto, podrían representar un impulso significativo para el sector por su impacto en el desarrollo de proveedores de maquinarias y equipos.
Mariano Guizzo, gerente de la Asociación de Industriales Metalúrgicos de Mendoza (Asinmet), manifestó a Télam su optimismo sobre un «cambio de ecuación» en el desarrollo sectorial a partir de la capitalización que la Nación y la provincia hicieran de IMPSA, uno de los principales grupos industriales de la región.
En ese sentido, remarcó que en torno de la compañía «hay cerca de un centenar de pymes» que aguardan con expectativa la recuperación de la que fuera la empresa de los Pescarmona, en especial a través de proyectos de energías renovables.
Con una presencia más que centenaria (comenzó como un taller en 1907), IMPSA se declaró en concurso de acreedores en 2014 y en un lapso de cuatro años consiguió reestructurar una deuda privada de unos 1.200 millones de dólares.
La familia Pescarmona pudo retener el 35% del capital de la compañía y el resto está controlado por un fideicomiso formado por el Banco Nación, el BICE y el BID, entre otros.
Las otras dos iniciativas no están al margen de la «falta de consensos» a la que Guizzo señala como una de las limitaciones al crecimiento de la industria en la provincia.
Una de ellas es el desarrollo de los yacimientos de hidrocarburos no convencionales de Vaca Muerta, del que Mendoza posee el 30% de su superficie, aunque a diferencia de Neuquén no registró avances en su explotación.
«En Neuquén fueron previsores, hicieron los estudios correspondientes, los caminos y las obras de infraestructura y logística, todo lo que no se hizo en Mendoza», lamentó Guizzo, quien no sólo reparó en las estadísticas que muestran el crecimiento acelerado de la producción de petróleo y gas no convencional, sino en la menor productividad en su provincia, a raíz de la maduración de los pozos y, por ende, su menor productividad.
Para Guizzo, la diferencia entre las dos provincias pasa por la ley 7.722 de 2007, que prohíbe el uso de determinadas sustancias químicas en la minería metalífera y que, además de los hidrocarburos no convencionales, también sería un obstáculo para el desarrollo de energías renovables.
Según el gerente de Asinmet, esa legislación obstaculiza la explotación en la provincia de yacimientos con alto contenido de cobre, que es utilizado en generadores solares, eólicos e hidroeléctricos, precisamente uno de los puntos fuertes de IMPSA, y también en equipos vinculados con la explotación hidrocarburífera.
El tercer emprendimiento que impulsaría la actividad de varias pymes metalúrgicas es Portezuelo del Viento, un proyecto hidroeléctrico sobre el Río Grande cuyos primeros estudios datan de hace más de 70 años.
En este caso, las discrepancias entre Mendoza por un lado y, por el otro, La Pampa, Río Negro, Neuquén y Buenos Aires, las otras cuatro provincias que participan del Comité Interjurisdiccional del Río Colorado (Coirco) en torno de los estudios sobre el impacto ambiental de la iniciativa, demoran el inicio de lo que se considera «la mayor obra de ingeniería civil de la historia» de la provincia cuyana.
La importancia que se le da en Mendoza quedó puesta de manifiesto en la carta suscripta en julio del año pasado tanto por Asinmet como por representantes provinciales de la CGT, la Unión Obrera Metalúrgica y la Unión Obrera de la Construcción, el bloque de empresas de servicios petroleros y las cámaras territoriales de Malargüe.
Fuente: Mendovoz