Lionel Ciampi: «El objetivo es duplicar la generación actual de energía hidroeléctrica»
En un mundo que corre hacia la transición energética, el rol de las energías renovables es vital. El experto destaca el potencial que tiene la Argentina en generación hidroeléctrica y plantea que en los próximos 25 años se pueden construir hasta 50 centrales, desde 1 hasta 3.000 megavatios.
El ingeniero Lionel Ciampi tiene amplia experiencia en el sector energético, en especial en la construcción y gestión de centrales hidroeléctricas trabajando tanto en el sector público, como en el privado y actualmente se desempeña como consultor de organismos multilaterales de crédito.
El experto sostiene que el país tiene un gran potencial para este tipo de generación, líder entre los renovables y en este diálogo exclusivo con MDZ describe un programa de desarrollo del sector para los próximos 25 años, en los que se pueden movilizar inversiones por unos US$30.000 millones para obras de infraestructura, más US$ 15.000 millones adicionales para el desarrollo de las sociedades cercanas a las nuevas centrales.
– En un reciente estudio usted plantea que Argentina tiene unos 50 proyectos potenciales para los próximos años, pero ¿qué viabilidad concreta tienen en un país que no tiene recursos, ni crédito que vive muy en el día a día?
– La pregunta es correcta por el término de viabilidad. Personalmente, creo que es viable y que estamos a tiempo, para lo cual hay que producir un cambio radical en la estructuración y en la gestión de los proyectos hidroeléctricos y posicionarlos dentro de una planificación estratégica de largo plazo. Transformar al proyecto hidroeléctrico en un proyecto de desarrollo, que implique una actividad y una convocatoria a desarrollar planes de infraestructura en torno a la región en la que está instalado el proyecto.
– ¿Ya hay identificados proyectos puntuales? ¿Dónde se podrían construir nuevas centrales hidroeléctricas?
– En Argentina hay proyectos desde un megavatio, otros de 1.000 megavatios y hasta de 3.000 megavatios. Al de 3.000 megavatios le vamos a poner nombre, se llama Pindo y está sobre el río Paraná, aguas arriba de Yacyretá, y es un proyecto binacional con Paraguay.
– Para ponerlo en perspectiva ¿la central de Yacyretá qué capacidad de generación tiene?
– Yacyretá hace cuatro semanas produjo casi el 15% de la energía que recibió el sistema interconectado (SADI). Tiene una potencia de 3.000 megavatios y ha generado la máxima cantidad de energía en su historia. El proyecto Pindo es el mismo río, con lo cual podría generar la misma cantidad de energía. Ése es un proyecto del tope. Luego, tenemos dos proyectos muy importantes con Brasil. Argentina tiene en términos de conexión hidroenergética acuerdos con Paraguay. Tenemos un proyecto ya en construcción y otro operando con Uruguay, que es Salto Grande.
Con Brasil, el socio estratégico de hoy y del futuro más importante, no tenemos proyectos hidroeléctricos, pero hoy tenemos un reto. Hay dos proyectos en carpeta, uno que se instala en Misiones sobre el río Uruguay y el otro que se instala sobre Corrientes. Son proyectos que tienen una invitación al desarrollo de la Mesopotamia, con impacto también en el sur de Brasil.
– ¿Esos proyectos están formulados o en ejecución?
– En su momento se hicieron llamados a licitación para estudiarlos, pero por distintas circunstancias los proyectos fueron detenidos. Tampoco hay un acuerdo con Brasil o una entidad binacional creada por ley, como sí la hay con el EBY (Ente Binacional Yacyretá) o como la Comisión Técnica Mixta de Salto Grande. Brasil es el país, después de China, con mayor potencial hidroeléctrico del mundo, y nosotros somos sus vecinos, tenemos un río que nos une, tenemos proyectos que pudieran estructurar un acuerdo estratégico que, además de la energía que nos proveería 50% y 50%, apunta a la seguridad hidroenergética. Y muchas veces no nos podemos prestar la energía, porque tampoco tenemos los sistemas adecuados para hacerlo.
– ¿O sea que falta avanzar a nivel político en una instancia de asociación o cooperación con Brasil?
– Exacto. Los dos países tienen en sus carpetas la posibilidad de estructurar una visión estratégica de largo plazo, porque los proyectos hidroeléctricos requieren un tiempo que no tiene ningún otro proyecto. Es más, su mala fama no sólo está por su extensión, sino porque también a veces en la gestión o la definición de los proyectos no ha sido la adecuada.
– ¿Los casos que menciona con Brasil son todos megaproyectos?
– En este caso sí, de 1.000 megavatios o más. Son proyectos importantes, pero hay también, pequeñas centrales hidroeléctricas que podrían funcionar, quizás, en algunas provincias utilizando algunos ríos.
– Mendoza tiene grandes ríos, pero también déficit importante de agua potable. ¿Está contemplada la construcción de pequeñas centrales?
– Sí, pero requiere ciertas condiciones. El plan estratégico que proponemos a 25 años debe incluir el proyecto de un megavatio y el de 3.000 también. Luego, con un cierto orden lógico también estructurarlo. ¿En qué orden se hace? Hay proyectos bastantes avanzados que siguen la política de pequeños emplazamientos de 1 a 3 megavatios, algunos sobre canales, de manera que no hay una intervención ni siquiera en el medio ambiente.
– Éstos son proyectos de cierta envergadura, hace falta una inversión importante o financiamiento a largo plazo, cosa que Argentina hoy no tiene. ¿Cómo se podría avanzar entonces con estas 50 centrales?
– Definitivamente, es una dificultad obtener financiamiento. La pregunta es ¿qué podemos hacer para aumentar las posibilidades de obtenerlo? Hay algunas ideas que hemos trazado pero que hay muchas personas, mucho talento en Argentina, que está disponible para dar su mirada sobre este aspecto de acá a diez años. El financiamiento podría ser mixto. Hoy se podría obtener un fondo hidroenergético. Las centrales que hoy están operando podrían proveer o alimentar un fondo para utilizar, por ejemplo, en estudios que son requeridos para tratar que estos proyectos identificados alcancen un nivel de sostenibilidad, de viabilidad, que es una de las condiciones de esta nueva perspectiva. La otra son las entidades multilaterales de crédito, que hoy plantean que están buscando proyectos de desarrollo.
– ¿Se refiere a organismos como el BID, el Banco Mundial o la CAF?
– Claro, entidades que hoy ya no prestan como en los años 70, 80 y 90, hoy prestan con otra óptica. Ya incluyen que sea un proyecto de desarrollo, que tenga retorno social, que tenga una planificación en donde los objetivos se alcancen. Como es de largo plazo, un proyecto hidroeléctrico que comienza a hacerse de una manera adecuada hasta que se ponga en marcha, puede durar entre 6 y 10 años.
– ¿Se busca trabajar en cooperación público-privada, como en algún momento planteó en el gobierno anterior?
– Hay casos en que podría hacerse público-privada, pero creo que una de las partes que también puede haber alguna iniciativa privada que cumpla con ciertas características, proyectos muy bien definidos, tengan una sociabilización del proyecto y que pueda asegurarse que es un proyecto de desarrollo. Quiere decir que mientras ese proyecto se construye, hay éxitos en ese tiempo largo de consolidación de un bienestar económico, de un impacto social y económico sobre las poblaciones lindantes. Ya no se puede hacer un proyecto hidroeléctrico y que a 20 kilómetros de donde se están haciendo las excavaciones haya industrias que a las 18 ya no tienen energía para seguir trabajando.
– Hay que integrarlos en el sistema productivo de la zona.
– Absolutamente. Y hoy las entidades como el BID, la CAF y el Banco Mundial propician que sus nuevos esquemas de financiamiento sean sobre proyectos que se consideran de desarrollo, que persiguen tres aristas:
1) los interesados tienen demandas, necesidades e impacto sobre la sociedad donde actúan. Entonces, se requieren espacios de comunicación y de negociación, para que puedan apoyar la inclusión de ese proyecto dentro de un plan mayor.
2) La sostenibilidad del proyecto en el largo plazo. Hay criterios e indicadores que miden si un proyecto es sostenible o no, y eso los bancos lo trazan.
3) Tiene que tener retorno social, que es un indicador que puede medirse, pero que se necesita que el proyecto se desarrolle y hoy los esquemas de financiamiento apuntan a ello.
Así que, por un lado, podría ser que hay fondos hidroenergéticos creados en la Argentina con los proyectos que están en funcionamiento. Luego podría estimularse a que las entidades que prestan vean que hay una ley de hidroenergía. Como proponemos una ley de energía específica, un plan estratégico de 25 años y que haya planes de desarrollo socioeconómicos sostenibles en las regiones donde está el proyecto y una Agencia Federal de Hidroenergía, que se diseñe con talentos de alto desempeño, como ocurre en otros lugares del mundo.
– ¿Cómo está inserto este programa de construcción de centrales hidroeléctricas en la tendencia mundial? En Europa o en EE.UU. crecen la energía fotovoltaica y eólica, no tanto la hidroeléctrica.
– Hace dos semanas los diez líderes mundiales en construcción de proyectos de energía de Europa, franceses, alemanes, españoles, hicieron una alianza estratégica para construir el doble del potencial hidroeléctrico de Europa. Entonces, como argentino digo, lo están mirando de la misma manera. De las metas del Acuerdo de París surge que para la transición energética debería aumentar al doble la hidroenergía en el mundo. Europa está tomando ese camino. Nosotros en Argentina, con estos 12.000 megavatios, si en 25 años lo logramos, potenciamos el doble de la cantidad de energía hidroeléctrica que tenemos en este momento.
– ¿Cuánto saldría a hacer estas 50 centrales hidroeléctricas?
– En una estimación con los valores de hoy, en estos 25 años la inversión estaría en el orden de los 30.000 millones de dólares. Y una estimación es que ese proyecto que está solo vinculado a los proyectos hidroeléctricos esté acompañado por el 50% de esa inversión, o sea, 15.000 millones de dólares para los planes de infraestructura de la región. Eso pondría luz sobre lo que quieren los bancos, digamos un proyecto de desarrollo, porque el proyecto a 25 años, en los primeros cuatro años ya se debió haber identificado cuáles son las necesidades de la zona, cuáles son las demandas, lo que requieren los interesados. Por ahí pasan cuestiones como agua potable, obras de saneamiento, vialidad, construcciones sociales. Hay un montón de cosas y eso se pone dentro de un programa. Entonces cuando llegan al 4º o 5º año las obras de infraestructura que acompañan y que transforman al proyecto colectivo de desarrollo, ya están en marcha. Por eso le asignamos unos 15.000 millones de dólares a esas inversiones, que es la mitad de lo que llevan los proyectos hidroeléctricos.
– No parece muy simple conseguir esa cifra para un país sin crédito como Argentina.
– Es una cifra extraordinaria.
– ¿El Estado participaría, habría recursos para obra pública, o sería solo financiamiento de bancos o de multilaterales?
– Tiene que ser una combinación porque el proyecto hidroeléctrico es una parte de un programa de otras obras. Entonces, el proyecto hidroeléctrico puede conseguir una parte de su financiamiento. Además, puede aparecer financiamiento de los proveedores de los equipos del proyecto hidroeléctrico. El costo de los equipos de un proyecto eléctrico varía entre el 40 y el 45% del monto total. Hay muchos constructores de turbinas, generadores de equipos pesados que están decididos a que hubiera una configuración de este nivel. Ahora, el Estado tiene que hacer proyectos de infraestructura para mejorar todo el país, como un enfoque federal. Entonces, dentro de su presupuesto debe destinar fondos para poder proveer una parte de los programas sociales y de desarrollo.
– ¿El plan contempla por ejemplo modalidades de cooperación como las dos centrales de Santa Cruz financiadas por el gobierno chino?
– Mi perspectiva es que puede contemplar la posibilidad de que haya acuerdos de país a país. De hecho, tengo conocimiento que hay un financiamiento ya otorgado que no está aplicado todavía de 2000 millones de dólares entre el gobierno alemán y el gobierno argentino para un proyecto hidroeléctrico. O sea, es posible hacer un cambio radical en estructuración, definición, método de licitación, contratos más refinados, más modernos, llamados a licitación de otra manera, y una agencia o una compañía que solo se dedique a esa gestión del plan estratégico y colabore con las provincias. Uno podría imaginar de aquí a 20 años que haya cinco regiones donde se estén construyendo unos 12.000 megavatios, y regiones con planes de desarrollo terminados o por terminar. Hay puestos de trabajo directos e indirectos. Ahí viene el retorno social, se va a ver en el largo plazo.
Fuente: Mdzol