Nuevas tarifas eléctricas: ya no hay un «Dios te pague»
En esta nota de opinión, el director general de SAESA Internacional, Juan Bosch, analiza el estado actual del mercado eléctrico y destaca la necesidad de reponer la cadena de pagos de la industria.
Mucho más tarde, la problemática energética llega a las noticias. ¡Hola! Esto hace que sea más fácil ver la realidad a través de diferentes lentes y tomar decisiones más informadas.
¿Cuál es el precio de la electricidad? Hay tres componentes principales que lo componen:
El usuario final ($VAD) que deberá recibirlo de cada distribuidor.
Las facturas que los usuarios pagan a la distribuidora normalmente incluyen montos suficientes para cubrir los tres costos.
Envía a CAMMESA los $TTE y los $GEN, la distribuidora retiene su $VAD y abona a los transportistas y distribuidores.
Durante Argentina, esa «normalidad» se rompió durante los últimos años. Como se puede ver en el gráfico anterior, las tarifas de los usuarios son menores que los costos del sistema y los distribuidores no reciben suficientes ingresos para cubrir su $VAD además de los $TTE y $GEN. ¿Entonces? Para compensar el déficit, el Estado inicia aportes a CAMMESA.
No es un tema menor; Estos subsidios ayudan a explicar nuestros problemas macroeconómicos. Como resultado, muchos economistas sienten que el principal tema de discusión en Argentina debería ser la energía. Por el terrible colapso de las cuentas públicas, el impacto en el déficit de emisiones y la inflación que ha derivado en la «cuestión energética»
Esta cadena de pagos rotativas, que existe desde hace tiempo, ha causado diversos efectos negativos que agravan la situación del sector. Por ejemplo, algunos consumidores adoptan una política de consumo irracional y no pagan las facturas al día.
Además, algunos distribuidores notan que no pagar las facturas que les envía CAMMESA no tiene consecuencias, por lo que no les preocupa cobrar a sus clientes ni quedarse con su $VAD sino mucho más.
De ese modo, alcanzaremos un nivel de inversión en infraestructura que garantiza un suministro eléctrico de calidad y seguridad, desfinanciamiento, obligación de recurrir a soluciones de corto plazo más caras e ineficientes.
El coste eléctrico no aumentó. El problema consiste en que los usuarios obtenían una factura que no mostraba el precio actual. Otra decisión del Estado nos obligaba a pagar el valor actual, y no nos conocíamos.
El gráfico muestra que a partir de 2024, los hogares de menores ingresos (N1 y N3) seguirán recibiendo subsidios. El resto, que incluye N2 viviendas, restaurantes, comercios, espacios públicos y organismos públicos, deberá asumir el coste real de la energía eléctrica.
No existe una «paga Dios». La importación de electricidad que un usuario no pagará lo hacía la población colectiva. Es crucial entender que lo que como usuarios (casa, comercio, industria, municipio, provincia) no queremos renunciar no es porque «nadie paga».
Recomponer la cadena de pagos del sector es crucial y exigente, decirnos verazmente senza esconder los gastos bajo la alfombra. Dejar de lado la idea de que la energía es un problema y convertirla en una fuente de trabajo, desarrollo, valor agregado y división para la Argentina. Contamos con los recursos naturales y humanos necesarios para lograrlo.