Opinión: «¿Y si empezamos por bajarle los impuestos a los autos eléctricos?»
Argentina es el país que más castiga a ese tipo de vehículos. Escribe Jaime Campo.
Con la nueva gestión del presidente Javier Milei y la voluntad política de mejorar la competitividad del país, incentivar la competencia y reducir impuestos para beneficio de los consumidores, cada vez hay mas voces pidiendo la reducción de impuestos a los autos. Consumidores, empresarios, economistas y hasta miembros del Gobierno piden activamente cambios rápidos. Hoy los argentinos pagamos los autos mas caros del mundo, y en gran parte se debe a los impuestos.
¿Por qué son tan caros los autos en la Argentina?
Hoy tenemos los autos más caros del mundo probablemente. La mayoría de los modelos valen el doble o más que en Chile o Paraguay. ¿La razón? Los impuestos.
Voy a hacer un ejercicio simplificado para que se entienda el impacto que tienen hoy los impuestos sobre el costo de los autos en nuestro país, partiendo de un auto tipico de gama media de fuera del Mercosur que paga la primera alicuota (hay dos) del mal llamado «impuesto al lujo» y vale en el mercado internacional USD 25.000 de CIF (costo con seguro y flete). Ese es el punto de partida de la construcción del precio y ahi se empiezan a acumular los impuestos:
+ CIF USD 25.000
+ Arancel Extrazona Mercosur (35%)
+Tasa Estadística (3%)
= Base Imponible de todos los demás impuestos = USD 34.500
+ IVA (21%)
+ IVA adicional (20%)
+Anticipo de Ganancias (6%)
+Anticipo IIBB (3%)
+Impuesto Interno o lujo, primera escala (25%)
= USD65,000
A esto debemos sumar el Impuesto PAIS del 30% a abonar al momento del pago del CIF al exterior, que es a los 180 días de la nacionalización (210-230 días desde facturación de la fábrica) y por lo tanto tiene un costo financiero altísimo. Sumando estos dos conceptos, el costo para el cliente sin margen para la cadena rondaría los USD 70.000
Si asumimos un margen total para la cadena (terminal/importador y concesionario) de entre 15 y 20%, el precio para el cliente es de entre USD80.000 y USD 85.000.
En Chile, por ejemplo, ese mismo auto de USD 25.000 CIF vale alrededor de USD 35.000, incluyendo el IVA y los márgenes de la cadena.
¿La diferencia? Impuestos, solo impuestos.
Es cierto que hay ciertos items enumerados más arriba que en realidad deberían ser créditos para las terminales/importadores: IVA adicional, por ejemplo. Sin embargo, en una industria dónde los márgenes son bajos, con inflación arriba del 200% anual y con la posibilidad de pedir la exclusión de ese tributo prohibida desde el año pasado, ese IVA adicional se convierte en un costo ya que queda congelado en pesos al momento de la nacionalización y puede no utilizarse en su totalidad por meses, licuandose completamente. Lo mismo sucede con el anticipo de Ganancias, que se paga al momento de la nacionalización y queda congelado en pesos hasta el momento del pago efectivo del impuesto, que puede ser hasta 16 meses después.
¿Por qué tienen impuestos tan altos los autos en Argentina?
En la mayoría de los países del mundo, la estructura impositiva se maneja con un objetivo fiscal: los Estados necesitan recaudar para pagar sus gastos. Sin embargo, en Argentina, la razón para la altísima carga impositiva de los autos no es fiscal, es cambiaria. La macroeconomía desordenada de los últimos 20 años, con cepos y brechas, llevaron a los gobiernos a ponerle cada vez más impuestos a los autos, no con el objetivo de recaudar más, sino con el objetivo de que se importen menos autos y se usen menos dólares.
¿El resultado? Se usaron menos dólares, se vendieron menos autos, se recauda menos y hay menos trabajo en los canales de comercialización. Además hoy tenemos los autos más caros del mundo y los mas inseguros. Por las rutas argentinas circulan autos que están prohibidos en la mayoría de los países del mundo.
¿Y si empezamos hoy por los eléctricos?
Creo que los impuestos altísimos que hoy pagamos se deben a dos causas fundamentales:
1) Impuestos internos o «impuesto al lujo»: El impuesto interno a los autos, pese a estar vigente hace varias décadas, solía tener una alicuota baja y no impactaba demasiado en el precio de los autos. Tras la primer institución del cepo al dólar en 2011 y el nacimiento de la brecha, el Gobierno de ese entonces vio que se le escapaban demasiados dólares de la cuenta corriente vía importación de autos y decidió encarecerlos creando dos categorías de impuestos internos y aumentando las alícuotas monstruosamente. La alícuota más alta pasó de 10% a 100%. Esto frenó la demanda de autos, particularmente del exterior. En los siguientes años, las alicuotas sufrieron modificaciones: bajaron durante el Gobierno de Macri, lo cuál un pequeño boom del sector automotriz, con casi 1 millón de unidades vendidas en 12 meses entre 2018; pero volvieron a subir en 2019 con la asunción de Alberto Fernandez. En un momento en el que el Gobierno Nacional está (sanamente, en mi opiníón) obsesionado con el superávit fiscal, es importante decirlo: el impacto del impuesto interno automotriz sobre la recaudación es nulo. Es más, se recauda menos de los otros impuestos (aranceles, IVA, ganancias) por la existencia de los impuestos internos, con lo cuál la quita de internos (o la reducción de alicuotas) sería positivo fiscalmente, ayudaría con el superávit. La cuestión de bajar o no internos se debe simplemente a una cuestión cambiaria: si la balanza comercial argentina se normaliza y comienzan a crecer las exportaciones con un dólar unificado, no hay ningún motivo real para la existencia de impuestos internos, y deberían ser eliminados inmediatamente. Hasta hace unos meses, casi todos los autos vendidos en Argentina (indistintamente de dónde se hayan producido) pagaban internos. Hoy, el limite a partir del cuál se pagan aumentó, lo cuál es un paso en la dirección correcta.
2) El Mercosur y su política proteccionista: La industria automotriz es una de las más beneficiadas por el Mercosur y se utiliza la alicuota máxima que permite la OMC, el 35%, para vehículos extrazona. Esto, en teoría, permite a fábricas en Brasil y Argentina competir con productos que vienen de fábricas con mucha más escala y productividad, como China o Europa. No quiero entrar hoy en el debate sobre la conveniencia o no de seguir protegiendo a la industria automotriz en forma generalizada y sin planificación geopolítica industrial. La cuestión es que el Mercosur, del cuál Argentina es miembro, tiene ese arancel del 35% sobre el cuál Argentina puede hacer muy poco (nada) en el corto plazo sin generar un conflicto geopolítico.
Hay algo que Argentina si puede hacer ya mismo, y que tanto Uruguay, como Paraguay y Brasil están haciendo hace años: bajar las alicuotas a los autos hibrídos y eléctricos. En Uruguay y Paraguay, la alicuota de extrazona para los autos eléctricos es 0%. En Brasil era 0% hasta éste año, cuando las aumentaron al 10%.
Esto quiere decir que en todos los países del Mercosur importan autos eléctricos, más seguros y ecológicos y a precios más baratos. Hacen esto, sin entrar en conflicto con la industria instalada y sin generar conflictos geopolíticos, porque no hay competencia local. Dada la inversión y la escala de mercado necesaria para producir de verdad (no ensamblar) autos eléctricos, es probable que Argentina nunca produzca autos eléctricos. Las inversiones necesarias son de billones de dólares.
Argentina tuvo, durante los últimos años, un extrañisimo sistema de «cupos» para importar algunos autos eléctricos con alicuota aduanera reducida: los eléctricos tributaban 2% y los híbridos 5%. Ese sistema, arbitrario y totalmente impredecible, fue un fracaso rotundo. En marzo del año pasado, el último cupo se agotó y el Gobierno anterior decidió no renovarlo. Este Gobierno, todavía no hizo nada al respecto.
Implementar una alicuota reducida para los autos híbridos y eléctricos, como tienen los otros países del Mercosur, sería una medida inteligentísima que el Gobierno podría tomar mañana mismo, por múltiples razones:
1) No necesita ningún permiso del Mercosur ni de Brasil.
2) No afecta a ninguna industria establecida en Argentina.
3) Al tratarse el arancel de un impuesto de ¨base¨ en la construcción del costo del auto (todos los demás impuestos se calculan sobre él), esto podría generar bajas de costos en autos eléctricos e híbridos del orden del 40 a 50%. El auto eléctrico, mas seguro y ecológico, estaría al alcance de muchos más consumidores argentinos.
4) Al ser una tecnología nueva en Argentina (no así en otros países), las importaciones inicialmente serían chicas, lo cuál no afectaría la balanza de pagos en éste año de transición y acumulación de reservas.
5) Se comenzaría a desarrollar, de manera previsible y sostenible, un parque automotor y una infraestructura de carga que comenzaría a sentar las bases para un ecosistema de negocios. Además, ayudaría a poner al país más a la par con el resto del mundo en este sentido.
Nadie, absolutamente nadie, puede estar en contra de un cambio como éste. Es, como dicen algunos, un cambio «win-win» y tiene la ventaja de que es increiblemente fácil de llevar a la práctica: un simple decreto de la Secretaria de Comercio en el Boletín Oficial puede bajar los aranceles mañana mismo, haciendo bajar 50% los precios instantáneamente.
Después, con tiempo, superávit comercial y fiscal, podemos discutir que hacer con los demás impuestos y con el Mercosur para que sigan bajando los precios de todos los autos. Pero esto podemos hacerlo hoy.
Fuente: Jaime Campo, director de CAFO (Venture Capital and Private Equity Principals). Texto publicado originalmente en su cuenta de LinkedIn para Insideevs