“Triángulo de las Bermudas” u oportunidad para el país
Durante los últimos 15 años hemos abordado desde ProYungas, la vinculación de las actividades productivas (agropecuarias y forestales) con la protección de los bienes y servicios, de la naturaleza en las áreas bajas (menos de 3.000 metros sobre el nivel del mar) del Norte Grande de Argentina.
El fuerte incremento en la última década de las actividades mineras, particularmente del litio, en las montañas del noroeste, nos están llevando nuestra mirada institucional hacia esta región y esta actividad.
Es así como en una zona recóndita, poco conocida y muy poco atendida de nuestra geografía nacional, surge un recurso vital para la transición energética global: el litio. Esta región conocida como el «Triángulo del Litio» en Argentina comprende las zonas puneñas y altoandinas de las provincias de Jujuy, Salta y Catamarca, lo que hace décadas fue la Gobernación de los Andes.
El litio es un metal liviano y reactivo, muy buen conductor de la electricidad, fundamental para la elaboración de baterías, desde nuestros celulares de uso diario, a la electro movilidad en desarrollo, que se encuentra en los salares y lagunas salobres de nuestra Puna. Lugares que hasta hace poco sólo se consideraban para extracción artesanal de sal común, o para la protección de una biodiversidad endémica o exclusiva, hoy se han transformado en lugares clave donde se encuentra uno de los recursos estratégicos de nuestro país, Chile y Bolivia. El litio forma parte del necesario incremento de las exportaciones y el consiguiente ingreso de las divisas imprescindibles para nuestro balance comercial y pieza importante para superar nuestra actual situación financiera nacional.
Cómo lograr que la obtención de este recurso valioso se transforme en una oportunidad para mejorar la vida de los parcos habitantes de nuestras montañas y también en una oportunidad para la conservación de la biodiversidad de estos ambientes extremos, situados a más de 3.000 metros de altitud y sometidos a una amplitud térmica anual de más de 50 grados (+30C en verano y -20 C en invierno!), es el principal interrogante que nos planteamos.
En el Norte Grande, las ecorregiones Altoandina y de la Puna abarcan aproximadamente unas 13.500.000 hectáreas. El 6% de la superficie de estas ecorregiones corresponden a lagos y lagunas de altura, salares y vegas. En total, estos humedales de altura representan cerca de 900.000 hectáreas. De la superficie total de estos humedales, la mitad aproximadamente se encuentra dentro de algún área protegida de distintas categorías de conservación, categorías que seguramente requieren mejoras sustanciales en su implementación.
Argentina se ubica en cuarto lugar mundial en la explotación de litio, aunque en poco tiempo se ubicará en segundo lugar después de Australia, dejando atrás a China y Chile. Decenas de proyectos en distintos estados de evolución se encuentran establecidos en nuestro país, que en pocos años deberían producir tal vez, algunos cientos de miles de toneladas anuales de extracción en forma de carbonato de litio. Eso implicará nuevas y mejores vías de comunicación vehicular, más conectividad celular, reactivación de líneas férreas abandonadas hace tiempo y una fuente de empleos y servicios tanto locales como externos. Un tremendo cambio para una región largamente postergada en accesibilidad a recursos esenciales, entre ellos el acceso a agua de calidad para el consumo humano y del ganado, producción tradicional del habitante puneño.
Empresas de capitales chinos, coreanos, australianos, norteamericanos, europeos en variadas alianzas con capitales argentinos y empresas nacionales privadas y estatales (Jemje-provincia de Jujuy; Camyen-provincia de Catamarca; YPF) constituyen una constelación de emprendimientos. Algunos ya en producción desde hace dos décadas, otros pocos años, y la mayoría esperando en breve suplir una demanda muy elevada, creciente y aprovechar una ventana de algunos años (¿10-20?), que se vislumbra hasta que nuevas tecnologías transformen el escenario actual.
Los métodos tradicionales de extracción consisten en grandes piletones de evaporación, algunos de los cuales llevan ya décadas operando. Pero probablemente serán más o menos rápidamente reemplazados por sistemas de extracción directa basados en resinas de intercambio, que probablemente serán más eficientes y menos impactantes y que permiten recuperar el agua salobre una vez extraído el litio y ser reinyectada en el salar del que se obtuvo.
En una entrevista reciente y sobre el tema litio, el embajador de la Unión Europea en Argentina, el español Amador Sánchez Rico, mencionó que «la Unión Europea es el primer bloque en el mundo con un compromiso muy ambicioso en materia de transición verde, que es convertirnos en 2050 en el primer bloque climáticamente neutro. No lo vamos a conseguir solos. Lo tenemos que conseguir con socios y debemos apostar a las energías renovables. Argentina ofrece mucho eso, ofrece gas en Vaca Muerta, que ojalá estuviera llegando a las costas europeas, que no es el caso, porque necesitamos ese recurso. En Argentina tenemos también el litio y el hidrógeno verde. El litio es un componente esencial para lo que es la transición verde y sobre todo para electromovilidad. Argentina, junto con Bolivia y con Chile, forman el triángulo del litio regional, la segunda o tercera mayor reserva. Queremos invertir más en el litio, pero queremos hacerlo con Argentina como un socio, no irnos con el litio en bruto. Buscamos crear valor agregado de manera sustentable. Queremos generar empleo en Argentina alrededor de la cadena del litio».
Una minería responsable, con uso eficiente del agua, desarrollo comunitario, sueldos adecuados, desarrollo de empresas de servicios, desarrollo de industrias paralelas independientes de la minería (turismo, producciones tradicionales, etc.), emisiones de carbono nulas o negativas debido al uso extendido de la energía solar, protección de cuencas y vegas altoandinas, y adecuación de la red vial y ferroviaria a esta nueva realidad, darían a la Puna argentina un panorama como nunca en su historia, y a las provincias del NOA un nuevo horizonte productivo.
Como tantas veces la cancha está de nuestro lado, aprovecharemos o dejaremos pasar esta «ventana» de oportunidad que no durará mucho tiempo hasta ser reemplazada por otros componentes o herramientas tecnológicas. Para ello tenemos que tener en claro qué queremos -y quieren- las poblaciones altiplánicas- y el país, con nuestra gente y nuestros recursos. No hay tantas opciones, porque la demanda es ahora y nadie sabe cuándo la opción del litio se diluirá o no con el tiempo, tal vez más temprano que tarde.
Fuente: Brown y Grau del consejo de administración de la Fundación ProYungas para El Tribuno