Una estrategia para el hidrógeno
El cambio climático obliga a que muchos los países analicen alternativas para descarbonizar su matriz energética. Mientras muchos procesos pasarán al uso de electricidad en lugar de derivados del petróleo o carbón, otros necesitarán más energía que la que se puede contener en baterías, y el hidrógeno se perfila como una de las energías del futuro.
El cambio climático obliga a que muchos los países analicen alternativas para descarbonizar su matriz energética. Mientras muchos procesos pasarán al uso de electricidad en lugar de derivados del petróleo o carbón, otros necesitarán más energía que la que se puede contener en baterías, y el hidrógeno se perfila como una de las opciones con mayor potencial. Con este objetivo, La Secretaría de Asuntos Estratégicos (SAE) de la Presidencia de la Nación presentó el documento Estrategia Nacional para el Desarrollo de la Economía del Hidrógeno, que traza líneas de acción y metas a 2050 para posicionar a la Argentina como un jugador global en esta industria.
Actualmente, una de las formas más usuales de producir el hidrógeno es rompiendo la molécula del gas natural, lo que por un lado genera hidrógeno y, por otro, dióxido de carbono. Esta técnica es conocida como hidrógeno azul, pero hay otras, que por el momento son más costosas, como usar electrólisis para descomponer la molécula de agua y así generar hidrógeno y oxígeno. Para esto se usa energía eléctrica, que puede venir de fuentes nucleares (hidrógeno rosa) o provenir de fuentes renovables, como el sol y el viento (hidrógeno verde).
En la zona patagónica, la calidad del viento hace que los molinos puedan estar entre un 50% y un 60% del tiempo funcionando, algo que duplica o triplica los factores de Europa, lo que la vuelve una opción con mucho potencial para la generación de energía eléctrica. En tanto, en el norte del país se recibe una radiación solar muy importante y sin presencia de nubes, lo cual vuelve muy rentable la instalación de parques de paneles solares.
La combinación de energía solar fotovoltaica con producción de hidrógeno es una de las opciones con potencial en el norte de la Argentina.
Las perspectivas que otorgan estas fuentes renovables de energía, en combinación con un frente marítimo que da acceso abundante al agua y la existencia de puertos de aguas profundos que permitirían la comercialización del hidrógeno producido, hacen que la Argentina pueda convertirse en un jugador relevante en esta industria.
Verónica Robert, subsecretaria de Estrategia para el Desarrollo de la SAE, le dijo a TSS: “Los países industrializados van a necesitar mucho más hidrógeno del que son capaces de producir. Por ejemplo, Alemania va a necesitar importar el 50% del hidrógeno que va a consumir, y Japón y Corea el 80%. Entonces, hay un mercado potencial muy importante, mientras que países como la Argentina tienen una capacidad de producción muy importante por sus recursos naturales, como el viento y el gas, y eso nos hace muy competitivos para producir hidrógeno a bajo costo. Se espera que en muy pocos años explote esta demanda internacional por el hidrógeno y por eso estamos haciendo una estrategia para desarrollarlo”
Los riesgos del hidrógeno
Esta oportunidad también tienen sus riesgos. Las inversiones para poder llevar a cabo estos proyectos son muy importantes y dependerán de la inversión extranjera, lo que plantea el riesgo de que los inversores recurran a plantas llave en mano (sin desarrollo de tecnología o industrial local) y que el sector de convierta en una economía de enclave, en la que la Argentina solo ponga a disposición sus recursos naturales.
Se espera que esta industria empiece su desarrollo mundial alrededor de 2030 y alcance su meta en 2050. Hoy la Argentina tiene capacidad para producir el hidrógeno que se usa en industrias locales, como la siderúrgica, y también metano y amoníaco, que podrían ser vectores para transportar el hidrógeno.
En la zona patagónica, la calidad del viento hace que los molinos puedan estar entre un 50% y un 60% del tiempo funcionando, algo que duplica o triplica los factores de países europeos.
“La Argentina tiene no solamente los recursos naturales, sino también competencias industriales, científicas y tecnológicas, historia en la producción de hidrógeno, por lo que no puede insertarse en ese mercado tan solo con proyectos de enclave. Pero para eso es necesario generar políticas públicas activas, que permitan desarrollar la cadena de valor. Más allá de generar divisas, que es algo muy importante, una inserción inteligente en el mercado de producción de hidrógeno nos permitiría tener desarrollo industrial y productivo, para poner la tradición industrial que hay en la Argentina y lograr que sea competitiva. Podemos exportar viento y sol, pero también tecnología y trabajo”, dijo Robert.
En mayo de este año se envió al Congreso el proyecto de ley de Promoción de Hidrógeno de Bajas Emisiones de Carbono y Otros Gases de Efecto Invernadero, para dar incentivos al desarrollo de la industria y organizar el Estado en torno a hacerlo posible. La poca actividad del Congreso de este año y la falta total de acuerdos entre las fuerzas políticas hizo que el proyecto no pudiera ser tratado siquiera en comisiones. Fuentes del sector afirman que antes de fin de año podría avanzar en comisiones.
“la Argentina cuenta con capacidades productivas y tecnológicas que le permiten no ser un mero exportador de hidrógeno bajo en emisiones, sino participar de los distintos eslabones de la cadena y agregar valor localmente”, le dijo a TSS Gonzalo Montiel, director nacional de Vectores Productivos Estratégicos de la SAE. En conjunto con el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, desde la SAE están trabajando en una evaluación ambiental de diversos proyectos de producción de hidrógeno para darle validación internacional y en el futuro poder exportar el producto.
A fines de 2021, la empresa Fortescue había anunciado que invertiría 8.400 millones de dólares en nuestro país para proyectos de hidrógeno verde, algo que finalmente no se concretó. Robert explicó que “hay muchos más anuncios de inversión a nivel global que la realización concreta de los proyectos. El caso de Fortescue no escapa a eso. Hoy el mercado del hidrógeno verde casi no existe pero todos estos anuncios de inversión y los planes estratégicos que se están haciendo en distintas partes del mundo nos dan la pauta de que esto va a cambiar y que va a ser necesario para poder cumplir los acuerdos de reducción de producción de gases de efecto invernadero a futuro”.