Ante una sequía que no termina, el sector hidroeléctrico es uno de los más golpeados
La sequía que comenzó en 2019, aún permanece y uno de los golpes más grandes es el de la hidroelectricidad.
Por un tiempo, la bajante de los ríos no causó las suficientes alarmas, sin embargo, tras cuatro años de sequía, el país sufre cada vez más estragos. En el caso de la energía, la producción hidroeléctrica nunca vio una producción tan baja en 10 años.
El último registro apunta a que el 2022 puede haber llegado a menos de la mitad de la máxima generación histórica. Esto se debe especialmente a la sequía que desde hace cuatro años cubre varias partes de la Argentina. En 2022, hubo declaración de emergencia hídrica hasta septiembre, la mayor parte del año hubo una baja en las principales cuencas.
En el país, la segunda fuente de energética es la hidroelectricidad, especialmente proveniente de tres grandes complejos: Comahue, Salto Grande, y Yacyretá. Sin embargo, existen alrededor de más de 50 represas en todo el país. La mayoría de baja intensidad. Hasta el 2017, la participación de esta fuente en la matriz eléctrica era casi del 30%, sin embargo, el año pasado, los datos arrojaron un dato alarmante, la producción cayó a un 17%.
Este año, parece ser que la cifra es aún menor. Aún los datos públicos no están completos, pero hablando solo de las plantas de baja producción, que representan la mayoría de los centros de producción hidroeléctrica, este año bajó un 50% en comparación a su máxima histórica en 2016.
En cuanto a la sequía, hay que desglosar ciertas cosas. Los meteorólogos le llaman el fenómeno de la Niña a este tipo de fenómeno de sequía prolongada. Pero esto no quiere decir que la Argentina entera se está convirtiendo en un desierto, solo que los patrones de lluvia están cambiando. Hay lluvias intensas y puntuales, pero son menos frecuentes, y hay sequías prolongadas entre esas lluvias.
Hablando de energía, un ejemplo muy evidente de esto es el de los datos que arrojó la planta hidroeléctrica de Yacyretá en el noreste del país para octubre de 2022. Un año después de uno de los peores escenarios, los administradores de la planta anunciaron la máxima producción histórica por las fuertes lluvias que por milagro llegaron al sur de Brasil, y que abastecieron al río Paraná. Sin embargo, esto duró poco más de un mes. Habrá que esperar al reporte anual para entender cómo este evento puntual influyó en la producción energética.
En el caso de las represas de Comahue, la situación no ha tenido un respiro. Desde el año pasado, se mantuvo la declaración de emergencia hídrica en el norte patagónico. Aun así, pasaron situaciones como las de principios de año, que, ante las olas de calor se forzó la producción aun teniendo plantas como la de Alicurá, bajo “línea mínima extraordinaria”. Esto quiere decir que no tiene suficiente agua para mantener la producción esperada. Este complejo de represas es el más afectado por la sequía.
Terminando por hablar de la represa compartida con el Uruguay, Salto Grande, los datos arrojan una baja del 50% del aporte a la Argentina. De un 4% de aporte a la matriz eléctrica como máximo histórico, los datos actuales arrojan una producción del 2%. Los medios uruguayos han anunciado que, a pesar de la sequía, la implementación de renovables en la matriz ha logrado subsanar la demanda. De este lado del río, no existen muchos anuncios.
En síntesis, el panorama general no es prometedor si uno pone en la misma fórmula sequía prolongada e hidroelectricidad. Pero a esto hay que agregar un punto muy interesante. Algo que parece ser uno de los datos más preocupantes es que ante la baja producción del segundo sector energético, no ha habido un incremento sustancial en el resto de los sectores. O sea, por ejemplo, en el sector térmico que incluye la quema de gas y petróleo para la generación eléctrica, no ha pasado a producir del 65%, que es lo que genera en promedio, a un 80%. Las energías renovables también han sufrido un estancamiento como ya se ha expuesto en otros momentos.
¿Esto qué nos dice? Que, tras cuatro años de baja producción, parece que no hay una reacción efectiva a un problema que, según indica el informe del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático, puede ser cada vez más frecuente en el futuro. Desde el año pasado, el gobierno nacional mantiene activo el Fideicomiso que administra el Fondo Nacional de Emergencias (FONAE), para atender suministros de emergencia, asistencia y rehabilitación de servicios esenciales. Con este fondo se han dedicado a obras de infraestructura especialmente.
Sin embargo, los datos hablan de que esto no es suficiente. Hasta ahora, la Secretaría de Energía no ha publicado novedades sobre cómo se implementarán medidas para actuar ante la sequía durante el verano, que es uno de los periodos más críticos.
Fuente: Energia Online