Argentina necesita un mayor impulso a la generación distribuida
La segmentación energética, por la cual se pretende recortar los subsidios a la electricidad y el gas según los aspectos socio-económicos de millones de hogares de Argentina, nos llevará a un sinceramiento progresivo de las tarifas de ambos servicios, lo que impactará en los bolsillos de las personas que parecen estar cada vez más ajustados.
La medida nos lleva a pensar en maneras de reducir los gastos del día a día de los usuarios residenciales como los costos operativos de los comercios y empresas de todo el país. Y allí se abre la puerta a la instalación de sistemas renovables bajo el régimen de generación distribuida (Ley N° 27424).
La opción más común está prácticamente al alcance de cualquier persona: colocar paneles solares en los techos de casas, negocios y fábricas, modalidad que se volvió común en el mundo y para la cual no debemos quedarnos fuera de esa tendencia.
No solo porque estos sistemas nos permiten ahorrar hasta el 60% de la energía eléctrica y fomentar la responsabilidad sobre el medio ambiente, sino también porque sirven para cumplir con los objetivos a nivel nacional, disminuir la huella de carbono y generar un ahorro de divisas que hoy se destinan a los subsidios de luz y gas.
El Plan Nacional de Energía y de Cambio Climático de 2017 estipulaba que Argentina tendría más de 14.000 usuarios – generadores (U/G) para el cierre del año pasado, pero a octubre 2022, esa cifra apenas supera los 950 U/G en las provincias que adhirieron a la ley nacional (no todas lo hicieron), según el último reporte de la Secretaría de Energía de la Nación.
Si bien es cierto que últimamente hubo novedades que avizoran un mejor panorama o impulso para la generación distribuida a partir del sinceramiento de tarifas, como también el aumento del monto del Certificado de Crédito Fiscal por watt instalado o la utilización del Fondo para la Generación Distribuida de Energías Renovables (FODIS), a la fecha la recuperación del dinero invertido no baja de los 12 años para un usuario residencial o de 6 a 8 años para el sector industrial, dependiendo el tipo de instalación que hagamos y la zona donde se ubique.
Es decir que el gasto para instalar paneles solares todavía nos resulta difícil de afrontar, más aún en un momento donde la economía flaquea y la incertidumbre está a flor de piel, principalmente para muchas familias que vemos que viven el día a día.
Por ende, necesitamos imperiosamente analizar la apertura hacia otras alternativas, como generación distribuida comunitaria/colectiva, que nos permite ser dueños de una o varias tecnologías renovables y que ya se implementa en Córdoba o Santa Fe. O incluso debemos pensar en más incentivos y beneficios para aquellos que opten o sean parte de esta alternativa renovable, con tal de que podamos alcanzar los objetivos planteados de la transición energética, ser un país más sustentable y no quedar rezagados en la región o el mundo.
Fuente: Gabriel Bornoroni, Presidente de FECAC para Perfil