Bariloche generaría energía con sus residuos orgánicos.
El pliego de licitación que está terminando el Municipio busca construir una planta de biogás, que aprovecharía casi la totalidad de los residuos orgánicos. El proyecto multiplicaría además la capacidad de procesamiento de la ARB, y permitiría cerrar definitivamente el vertedero y remediar las tierras para su utilización urbana. Generó gran interés en otras ciudades de la región, que comparten el problema de los rellenos sanitarios.
Bariloche genera alrededor de 170 toneladas de basura por día. De ese enorme volumen, alrededor del 50% son residuos orgánicos, que no sólo son un foco de contaminación en el corazón de la ciudad, sino que están desaprovechados como una posible fuente de energía. Eso podría cambiar si se concreta la propuesta que impulsa la Municipalidad con un nuevo proyecto de licitación pública: la construcción de plantas de biogás, que a través de procesos industriales generaría energía eléctrica, y potencialmente otros componentes de alta calidad y valor comercial, como biofertilizantes y espirulina.
El innovador pliego de licitación que impulsa el intendente Gustavo Gennuso toma en cuenta las recomendaciones que formuló la Comisión Evaluadora del Registro de Proyectos Ambientales, que el Ejecutivo integra junto a la Asociación de Recicladores Bariloche (ARB), la Cooperativa de Electricidad Bariloche (CEB), INVAP, el Gobierno Provincial y el Concejo Municipal.
Además, suscitó un gran interés en otras localidades de Río Negro e incluso Neuquén, ya que los más grandes conglomerados urbanos de ambas provincias sólo han encontrado hasta ahora una solución de corto plazo al problema de la gestión de residuos urbanos: el traslado de los vertederos locales a rellenos sanitarios regionales que, aunque más alejados de las ciudades, siguen siendo un foco de contaminación ambiental, además de requerir un gran gasto en logística para trasladar la basura hasta 150 km cada día, dependiendo del caso.
Algunas ciudades de la región cuentan con programas exitosos de reciclaje, pero siguen teniendo que disponer de sus residuos orgánicos -que en promedio constituyen un 50% de los residuos generados en una ciudad cualquiera- a través de rellenos sanitarios.
Bariloche, que durante décadas ha sufrido por tener su Vertedero Municipal en pleno ejido urbano, podría ser ahora la punta de lanza de una solución a largo plazo: la conversión de la basura en un insumo industrial, que dispara una actividad productiva generadora de empleo e ingresos. Y en el proceso, facilitaría las tareas de clasificación y recuperación que realiza la ARB, al optimizar la separación de lo orgánico y multiplicar el material recuperable no contaminado con elementos orgánicos. Se estima que la ARB podría pasar de procesar las actuales 80 toneladas por mes de reciclables, a cerca de 40 toneladas diarias.
La novedad es el concepto de fondo: la basura no es basura si puede convertirse en el insumo clave de un proceso industrial. Ese es el corazón de la propuesta, que se enriqueció con el Registro de Proyectos Ambientales que convocó y evaluó el Municipio entre noviembre de 2020 y febrero de este año.
Al igual que se realiza en varias ciudades del mundo, Bariloche apunta a construir una planta de biogás: en ellas los residuos orgánicos se colocan en tanques especiales a partir de los cuales se obtiene el gas natural que emana de la basura orgánica no oxigenada (el mismo gas que se ventea en los rellenos sanitarios y va a parar al aire, contaminándolo y desaprovechando un gran recurso energético). A partir de este proceso industrial se generan dos resultados valiosos: el gas es transformado en energía eléctrica, y los residuos orgánicos ya procesados pueden convertirse potencialmente en otros productos comercializables, como biofertilizante de alta calidad y espirulina, que se produce a partir de un alga consumidora de dióxido de carbono, y que tiene diversos usos comerciales.
La principal ventaja de este proceso es obvia: una fuente de ingresos que no sólo cubre los gastos de operación sino que deja ganancias. Pero la consecuencia positiva fundamental para Bariloche sería el cierre definitivo del Vertedero: el 50% de los residuos urbanos se procesa de esta manera, y el restante (que en su mayoría es reciclable) queda a disposición de la ARB, que se encontraría con materiales ya separados, sin contaminación orgánica y en mucho mayor volumen.
De hecho, en el diseño del pliego de licitación pública se contemplan todas las recomendaciones y pedidos de la Asociación. Así, no sólo se garantiza la entrega de todo material reciclable y las condiciones de esa entrega, sino el aprovechamiento del equipamiento que actualmente usa la ARB, y el respeto del comodato que fue firmado con la organización en mayo de 2017 por el plazo de 30 años.
Con esta iniciativa, entonces, Bariloche podría materializar la meta de toda ciudad que busca mejorar la calidad de vida de sus habitantes y minimizar su impacto ambiental: reducir casi a cero la cantidad de residuos que requieren una disposición final.