Destacado: Este ingeniero desarrolló una batería nuclear que puede abastecer a toda una ciudad
Santiago Badrán presenta el reactor N1, un microrreactor nuclear autónomo durante dos décadas, con un diseño compacto que promete transformar el acceso a la energía eléctrica.
La inspiración para el reactor N1 surgió durante una noche en la que el ingeniero Santiago Badrán, tras despertar con una visión clara del diseño, la plasmó en papel… un poco como el doctor Brown en la primera película de Volver al Futuro. «Me levanté una madrugada, agarré mi cuaderno y pensé: ¿por qué esto (en referencia a los mecanismos de un reactor nuclear convencional) no puede estar todo integrado en una sola cápsula? Ahí lo dibujé», recuerda el ingeniero.
Este momento de creatividad espontánea fue el punto de partida para un proyecto que desafía los paradigmas tradicionales de la industria nuclear. El N1 es un reactor de agua presurizada (PWR) de 17 MW, diseñado para abastecer a una ciudad de 50.000 habitantes. Puede operar durante 20 años sin necesidad de recarga de combustible, lo que reduce significativamente los costos de operación y mantenimiento.
Una de sus ventajas clave es su sistema de refrigeración Air Cooling Condenser, que reemplaza los tradicionales sistemas de enfriamiento por agua con un circuito cerrado de radiadores y ventiladores. «Esto nos permite instalarlo en cualquier lugar, incluso en el desierto, sin depender de fuentes naturales de agua», detalla Badrán.
Además, su diseño subterráneo ofrece una protección adicional contra desastres naturales, ataques externos o accidentes. «Está protegido en un búnker de concreto bajo tierra, lo que lo hace mucho más seguro», asegura.
Badrán es el fundador y CEO de Nuclearis, una empresa argentina dedicada al desarrollo de procesos de producción automatizados, dispositivos y equipos para la industria nuclear. Fundada en 2009 en su propio garaje, Nuclearis se ha especializado en proporcionar componentes mecánicos de precisión para plantas de energía nuclear.
Bajo su liderazgo, la empresa ha implementado tecnologías innovadoras, como la blockchain, para garantizar la trazabilidad y autenticidad de los componentes nucleares, colaborando con centrales como Atucha I y II en Argentina. Además, Nuclearis ha expandido su presencia internacional con oficinas comerciales en Estados Unidos y China. Y ahora es el paraguas debajo del cual este egresado de la Universidad Tecnológica Nacional está llevando adelante el desarrollo del microrreactor.
Innovación en la producción: el modelo de gigafábrica
Además del innovador diseño del reactor, Badrán propone un modelo de producción basado en gigafábricas, inspirado en las industrias automotriz y aeroespacial. Este enfoque permitiría la fabricación en masa de los reactores N1, reduciendo costos y tiempos de producción, y asegurando una calidad consistente que cumpla con los estándares internacionales de seguridad. «Podemos fabricar hasta mil unidades anuales en una gigafábrica, lo que permitiría un despliegue global rápido y eficiente de esta tecnología», explica Badrán.
El reactor N1 -que está validado por profesionales del Instituto Balseiro- utiliza la tecnología PWR, que ya ha sido validada en reactores de gran escala, lo que asegura su fiabilidad y eficiencia. A diferencia de otros proyectos similares que dependen de tecnologías nucleares espaciales, el N1 aprovecha metodologías probadas para garantizar un rendimiento óptimo y costos operativos controlados.
Encuentro con Demian Reidel
En el marco de la promoción de su proyecto, Badrán se reunió con Demian Reidel, jefe de Gabinete de Asesores del Presidente de la Nación. Durante el encuentro, Reidel mostró interés inmediato en el concepto del N1. «En la segunda diapositiva de la presentación ya lo había entendido todo y dijo: ‘Es como una batería nuclear'», cuenta Badrán. La reunión confirmó el potencial del reactor N1 dentro del nuevo plan nuclear argentino, que busca atraer inversiones privadas al sector energético.
Justamente, son inversiones las que ahora busca Badrán. De hecho, ahora mismo se encuentra en la etapa de encontrarse con inversores: ya se reunión con fondos de inversión de Suecia, Estados Unidos y de Arabia Saudita. Además, ya obtuvo la aprobación de la patente en los Estados Unidos -sin ningún tipo de objeciones, algo poco habitual-, y ahora tiene 30 meses para presentarla en el resto de los 158 países que conforman el Tratado de Cooperación en materia de Patentes (PCT, en inglés).
«El activo que tenemos hoy es la ingeniería conceptual y la patente. Y ahora vienen distintas etapas de inversión, la primera es la de la ingeniería básica, donde uno realmente comprueba con cálculos y con teoría de que el reactor va a funcionar. Y todo lo demás que sigue es más fácil, como la ingeniería de detalle, donde hacés los planos de detalle, y la construcción propiamente dicha. Para la primera etapa buscamos u$s 27 millones; y para el proyecto completo, con la construcción incluida, necesitamos u$s 500 millones», apunta el ingeniero argentino.
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Fuente: El Cronista