El debate por acelerar la transición abrió una grieta en la mayor feria sectorial del mundo
Mientras los petroleros “puros” advierten sobre el incremento de costos que la transformación genera cuando la oferta de hidrocarburos no acompaña la demanda, otros aseguran que los efectos del cambio climático tienen un impacto económico mayor.
Una vez al año, la crème de la crème de las empresas energéticas se reúne en esta ciudad para analizar las tendencias del sector. Este año, la inscripción para la conferencia más importante de la industria, la CERAWeek by S&P Global, que se realizó la última semana, batió el récord de audiencia, con casi 8000 inscriptos, pese a que el costo de la entrada asciende a US$6800, aproximadamente.
El contexto este año no es menor. La pandemia, primero, y la invasión de Rusia a Ucrania, luego, rompieron con todas las proyecciones económicas. La escasez de petróleo y gas impactó de lleno en los precios y aceleró aún más la inflación, que se había iniciado luego de las medidas paliativas de inyección de dólares en la economía para contrarrestar el efecto de la cuarentena.
La transición energética demanda el triple de inversión anual que la destinada a la exploración y producción de hidrocarburos: unos US$600.000 millones
El presidente y CEO de Chevron, una de las petroleras más grandes del mundo, salió del bajísimo perfil que suele tener la compañía para advertir al comienzo de la conferencia sobre el ritmo que había adoptado la transición energética. “La energía debe seguir siendo asequible para los consumidores. Una transición desordenada podría ser dolorosa y caótica. Podríamos perder apoyo si el caos abruma”, dijo Mike Wirth.
En CERAWeek también hay una grieta entre los petroleros puros y los que creen que hay que acelerar la transición energética. Mientras que los primeros advierten sobre el incremento de los costos que el cambio genera cuando la oferta de petróleo y gas no acompaña la demanda de energía, los segundos responden que la sequía y las inundaciones que se producen por el cambio climático tienen un impacto económico mayor.
Hay algunos ejecutivos que extrañan cuando en la conferencia sólo se hablaba de petróleo y gas. Hace unos años, sin embargo, comenzaron a tomar cada vez más relevancia los proyectos para capturar las emisiones de carbono, las innovaciones en el almacenaje de electricidad para solucionar la intermitencia de las energías renovables y, la última gran vedette, los avances en hidrógeno. En los paneles se debatió también sobre el financiamiento de esta transición, que demanda el triple de inversión por año que la que se destina a la exploración y producción de hidrocarburos en el mundo (unos US$600.000 millones).
En este marco, no fue menor que la secretaria de Energía de Estados Unidos, Jennifer Granholm, anunciara durante el almuerzo del miércoles que la administración de Joe Biden invertirá US$6000 millones para acelerar proyectos de descarbonización en industrias intensivas en energía, como la fabricación de acero, aluminio y cemento. Sus detractores petroleros indican que, si se quiere bajar las emisiones, es mejor usar ese dinero para ampliar el transporte público y reducir la dependencia de los autos. Sin embargo, argumentan, “el lobby de la industria automotriz es más fuerte”.
Texas es el estado de los hidrocarburos. Por eso llama la atención que la mayoría de los conductores de Uber usen los autos eléctricos Tesla para trabajar, más asociados en general con California. “El mantenimiento es más económico. Cargar la batería puede costar alrededor de US$9 y tengo 250 millas (400 kilómetros) de autonomía. Se tarda alrededor de 40 minutos en cargarse, pero aprovecho el tiempo para comer y ver una película. El combustible, en cambio, me puede llegar a costar US$50, aunque tengo una autonomía mayor. Llenar el tanque de mi camioneta me cuesta alrededor de US$70. El año pasado, llegó a aumentar a US$120, mientras el costo de cargar el Tesla no varió”, explica Erenoldo, un conductor mexicano que vive en Estados Unidos hace 25 años. Hoy, el galón de nafta (3,8 litros) cuesta US$2,8 en esta ciudad.
Este año, un tópico viejo cobró relevancia en la conferencia, al cumplirse un año de la guerra en Ucrania: el trilema energético. Es la forma que le llama la industria para referirse a los tres desafíos que tiene por delante al mismo tiempo: la transición energética, a precios asequibles y con seguridad.
La Argentina cumple con los tres requisitos: tiene recursos de petróleo, gas, minería, hidrógeno y renovables, que son competitivos, y no sufre de conflictos regionales. Pese a estar aislada del mundo por los cepos, las principales empresas petroleras ya operan en el país y apuestan a las ventajas que ofrecen los recursos naturales. El desafío es generar confianza para atraer más inversiones.
En todos los países del mundo, las empresas exigen al menos dos condiciones para invertir: libre movimiento de capitales y estabilidad jurídica, ya que se trata de inversiones a largo plazo. Son dos condiciones que ya ni se debaten en CERAWeek, pero se mencionan. “Es esencial que los gobiernos entiendan que estamos invirtiendo en un horizonte de 20 a 30 años”, dijo Alistair Routledge, de ExxonMobil.
Fuente: La Nación