Industria energética: un futuro digital, eficiente y sostenible
La energía debe avanzar hacia la descarbonización. La tecnología ya puede acompañar la renovación empresaria con herramientas como el control digital, el análisis de datos del footprint ambiental y el almacenamiento masivo de energía con baterías.
En los últimos años -y más tras la irrupción de la pandemia- la adopción de nuevas tecnologías está impactando fuertemente no sólo en la manera de operar, sino en el diseño de nuevos proyectos y la definición de su performance productiva y ambiental. Esto provocó que un nuevo tipo de industria comenzara a ascender.
La última Argentina Oil&Gas dejó en claro cómo la industria está haciendo grandes esfuerzos por combinar el desarrollo de proyectos en Vaca Muerta, las cuencas australes y el offshore, con la necesidad de cuidar el ambiente. El sector tiene un convencimiento cada vez más fuerte de la necesidad de avanzar hacia la descarbonización.
Por un lado, hay una demanda marcada para abastecer con energía accesible y segura a la población: hoy hay más de 800 millones de personas en todo el mundo que no tienen acceso a electricidad. Además, hacia 2050 se estima que habrá 2 mil millones de habitantes más en el planeta, quienes también requerirán electricidad, gas y otras fuentes de energía. Por otro lado, los efectos del calentamiento global ya se empiezan a sentir, y es mandatorio entender cómo reducir las emisiones de forma alineada con los objetivos macro de sustentabilidad de una empresa.
De esta manera, junto con la ampliación de la matriz energética hacia fuentes alternativas, el upgrade digital aparece como una atractiva estrategia para elevar la eficiencia y reducir las emisiones, todo al mismo tiempo.
La industria del petróleo y gas es muy exigente en cuanto a los estándares de control y supervisión remota, debido a la escala y riesgos inherentes a sus procesos. Así y todo, hay operaciones que continúan siendo hombre-dependientes. El camino para seguir recorriendo en cuanto a digitalización es todavía muy extenso.
Gran parte de la competitividad de la industria, al igual que su licencia social para operar, se juega hoy en la puesta en funcionamiento de sistemas de supervisión remota digitales, sumando las últimas tecnologías, el poder de la inteligencia artificial a la toma de decisiones y mayor apertura para trabajar en la nube.
El concepto central continúa siendo el de eficiencia, pero ahora juntando en una misma ecuación producción, nivel de energía consumido y cantidad de emisiones generadas.
Consejos para ahorrar luz
Para lograrlo, la recolección, procesamiento y disponibilidad de los datos es fundamental. Todos los procesos de un negocio o planta generan una cantidad abundante de información, el secreto consiste en saber cómo convertirla en insumo de la toma de decisiones, con fiabilidad y en tiempo real. Actualmente, las soluciones basadas en la nube son las que mejor responden a este requerimiento de confianza, rapidez y capacidad de análisis, haciendo que las horas de ingeniería invertidas -un recurso por demás escaso en Argentina- estén dirigidas a la generación de valor diferencial.
El control digital y el análisis de datos pueden darle un impulso renovado a la descarbonización de las operaciones. La industria del oil & gas cuenta con partners tecnológicos capaces de acompañarlos en la elaboración de una estrategia de sostenibilidad con roadmap claros y objetivos precisos. En una segunda etapa, la digitalización aportaría “su magia”: el monitoreo online del footprint ambiental de cada proceso, así como la identificación de los progresos y también de las oportunidades de mejora.
¿Es esto suficiente para comprometerse con la sostenibilidad del ambiente? Hay mucho que se puede hacer, aunque considero que hay seis iniciativas con beneficios a corto plazo: el incremento de la electrificación, la reducción en el uso de energía, el reemplazo de fuentes de energías más contaminantes por otras de menor impacto (como sustituir el carbón y el petróleo por el gas), la captura de CO2 y la reducción de las emisiones de metano.
Sin embargo, no basta con abordar cómo se genera la energía, el lado de la oferta. También se debe contemplar el lado de la demanda, cómo se consume la energía. En este punto, los proyectos de sistemas de almacenamiento masivos de energía con baterías (BESS por sus siglas en inglés) son una tendencia que gana terreno.
BESS es una tecnología amigable con el medio ambiente, permite una mayor penetración de energía renovable a bajo costo, proporciona estabilidad a la red, permite reducir costos de energía y mejora la calidad eléctrica para los consumidores. Además, estos sistemas se adecuan a las necesidades del caso de uso o aplicación, ya sea en empresas de generación eléctrica como comerciales, industriales y mineras.
Para apoyar una transición energética limpia y sostenible, deben ser replanteados la forma en que utilizamos y gestionamos los recursos. Y las tecnologías para hacerlo existen aquí y ahora. No requieren años de desarrollo, inversiones gigantes o replanteos profundos de la operación y gestión. Se tratan de estrategias y mejoras que permiten tomar acciones y decisiones en poco tiempo, optimizando el capital existente y con capacidad de repago en corto lapso.
Más del 80% de las emisiones globales de dióxido de carbono son causadas por la producción y consumo de energía, siendo el 60% de esa energía desperdiciada o utilizada de manera ineficiente. Creo que el mejor camino es el que abre la electrificación y la digitalización. Al igual que el crecimiento y desarrollo del sector energético argentino, las compañías tienen viento en popa para transformarse a partir de los datos para ganar en eficiencia y competitividad, alcanzando operaciones sustentables y descarbonizadas. El futuro del planeta y de las próximas generaciones lo requiere.
Por César de Armero Dubois
Director de Power System de Schneider Electric