La AIE prevé un frenazo en el crecimiento de la demanda eléctrica por el parón económico y los altos precios
Varios cables conectados a un ‘ladrón’ en un enchufe, a 28 de octubre de 2021, en Madrid (España). El Índice de Precios de Consumo (IPC) subió un 2% en octubre en relación al mes anterior y disparó su tasa interanual hasta el 5,5%, lo que supone 1,5 puntos por encima de la tasa de septiembre y su nivel más alto en 29 años, debido al encarecimiento de la electricidad. Con el dato de octubre el IPC interanual encadena su décima tasa positiva consecutiva, según los datos avanzados publicados este jueves por el Instituto Nacional de Estadística (INE).
El crecimiento de la demanda mundial de electricidad se ralentizará sustancialmente en 2022, cuando la Agencia Internacional de la Energía (AIE) espera un aumento del consumo del 2,4%, frente al incremento del 6% observado en 2021, como consecuencia del impacto sobre la demanda de la desaceleración de la economía y de los elevados precios de la energía.
«Se espera que la demanda mundial de electricidad crezca un 2,4% en 2022, después del aumento del 6% del año pasado, alineándose con su tasa de crecimiento promedio durante los cinco años anteriores a la pandemia de Covid-19», señala la agencia en un informe.
La AIE destaca el impacto sobre la demanda relacionado con la inflación y las medidas sanitarias en China, que lastraron la producción industrial y aumentaron la tensión en las cadenas de suministro, ya que la industria es responsable de más del 40% de la demanda final de electricidad, por lo que la ralentización de la actividad económica ha provocado una disminución del consumo, con la excepción de la India, donde las temperaturas inusualmente altas en el segundo trimestre de 2022 empujaron la demanda de electricidad a niveles récord.
Asimismo, de cara a 2023 la agencia anticipa tasas de crecimiento de la demanda mundial de electricidad similares a las previstas para 2022, en línea con un ritmo de crecimiento económico mundial parecido, aunque advierte de la existencia de grandes incertidumbres vinculadas a factores interconectados como el crecimiento económico, la volatilidad de los elevados precios de los combustibles fósiles y las medidas sanitarias en curso relacionadas con el Covid-19.
Según las previsiones regionales de la AIE, el crecimiento de la demanda eléctrica en Asia Pacífico rondará el 3,4% en 2022, lo que supone una revisión a la baja de más de un punto porcentual desde principios de año, mientras que, para 2023, espera un crecimiento de la demanda cercano al 4%, compensando parte de la desaceleración de 2022.
En el caso de China, en términos absolutos el país de más rápido crecimiento de 2016 a 2021, la demanda en los primeros cinco meses de 2022 exhibió un crecimiento de solo 0,5% en comparación con el mismo período en 2021, mientras que en la India, el segundo país con más rápido aumento del consumo en los últimos años, ha revisado al alza su previsión para 2022 al 7% desde el anterior 6%.
En América, las proyecciones de la AIE apuntan a que el crecimiento de la demanda se modere a casi el 2% en 2022 y caiga por debajo del 1% en 2023, después de un crecimiento excepcional de alrededor del 2,4% en 2021. Estas previsiones son ligeramente más altas para 2022 y más bajas para 2023 que las del pasado mes de enero, en gran parte debido a la rápida recuperación económica en los Estados Unidos, donde espera que el consumo crezca un 2% en 2022, cuando previamente anticipaba un estancamiento.
En el caso de Europa, la agencia anticipa que la demanda aumente por debajo del 1%, menos de la mitad del valor esperado a principios de año, advirtiendo de que la posible escasez de combustibles fósiles, en particular de gas natural, y una mayor desaceleración del crecimiento económico podrían reducir aún más el crecimiento de la demanda.
«Para 2023, el panorama es bastante incierto», añade la AIE, señalando que si los mercados energéticos continuasen tensos y sin crecimiento económico, el incremento de la demanda de electricidad podría permanecer en un nivel similarmente bajo al de 2022.
«El mundo se encuentra en medio de la primera crisis energética verdaderamente global, desencadenada por la invasión rusa de Ucrania, y el sector eléctrico es uno de los más afectados», dijo el director de Mercados Energéticos y Seguridad de la AIE, Keisuke Sadamori. «Esto es especialmente evidente en Europa, que está experimentando graves turbulencias en el mercado de la energía», añadió.
Por otro lado, el informe advierte de que, debido a los altos precios del gas y las limitaciones de suministro, el carbón está reemplazando al gas natural para la generación de energía en los mercados con capacidad disponible en las plantas de carbón, particularmente en los países europeos que buscan terminar con su dependencia de las importaciones de gas ruso.
De este modo, para asegurar el suministro de energía tras la invasión rusa de Ucrania, algunos países europeos han retrasado los planes de eliminación del carbón y han levantado las restricciones impuestas anteriormente a este combustible.
«A nivel mundial, se espera que el uso de carbón para la energía aumente ligeramente en 2022», ya que el crecimiento en Europa se equilibra con las contracciones en China, debido al fuerte crecimiento de las energías renovables y solo un aumento modesto en la demanda de electricidad, y en los Estados Unidos, debido a las limitaciones en el suministro y capacidad de la central eléctrica de carbón.
Asimismo, la AIE anticipa que la generación de energía con gas caiga un 2,6%, ya que las disminuciones en Europa y América del Sur superan el crecimiento en América del Norte y Oriente Medio.
En cuanto a las renovables, se espera que sean la fuente de suministro de electricidad de más rápido crecimiento en 2022, con un aumento de la producción de más del 10% en 2022.
«Este es el valor más alto registrado y eleva la participación de las energías renovables en la combinación de suministro al 30%», destaca la agencia, que para 2023 anticipa que el crecimiento mundial de las energías renovables rebase el 8% y vuelva a superar la demanda adicional de electricidad.
Fuente: Página 12