“Necesitamos nuevos marcos regulatorios que nos faciliten hacer esta transición energética”
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El Director Ejecutivo de Adelat conversó con EOL sobre los desafíos que implica la transición energética para las distribuidoras eléctricas y aseguró que es necesario un nuevo modelo de regulación para dar paso a “un tren de inversiones como no se ha visto nunca en la historia”. “Las redes tienen que prepararse para enfrentar eventos climáticos extremos”, subrayó Ignacio Sanfelices.
El debate sobre la transición energética suele pecar de naíf e idealizar un sendero donde todo es color de rosas. Lejos de esta visión, el Director Ejecutivo de la Asociación de Distribuidoras Eléctricas Latinoamericanas advierte que, sin una planificación a tiempo que modernice los marcos regulatorios, no se van a lograr las inversiones necesarias y habrá serias complicaciones a futuro.
“Las regulaciones en Latinoamérica tienen 30 o 40 años y prácticamente se han mantenido iguales. Necesitamos marcos regulatorios que nos faciliten hacer esta transición porque se va a necesitar un tren de inversiones como no se ha visto nunca en la historia de la distribución”, sostiene Ignacio Sanfelices en una entrevista con EOL durante su paso por Argentina.
¿Qué lo trae de visita a Buenos Aires?
Vinimos a reunirnos con nuestros socios, principalmente con Adeera. Y a darle la bienvenida a un nuevo socio que es Secheep, que es la distribuidora del Chaco. Ayer nos reunimos con varias distribuidoras y estuvimos presentes en la Biel, presentando un documento sobre cómo tienen que modernizarse las redes, cuáles son los elementos y los grandes desafíos que tiene la distribución y cuáles son las regulaciones que tienen que acompañar esta transición de la red de distribución eléctrica en el marco de la transición energética.
¿Qué análisis hace de la situación de las distribuidoras argentinas?
En la región hay varios desafíos, sobre todo con el tema de las tarifas. El problema común en la región, es que normalmente lo que se busca es minimizar el costo de la distribución, tratar de bajarlo lo máximo posible, con algún nivel de calidad que se exija y justamente el desafío es cómo nos movemos de esta visión que es muy preocupante.
¿Ese contexto es el que explica la salida de jugadores históricos como Enel?
Yo creo que eso responde más bien al gran desafío de la distribución de prepararse para lo que viene y para eso va a requerir hacer muchas inversiones imagínate que uno quiera o no quiera, por simples condiciones de mercado va a haber una tremenda penetración de vehículos eléctricos en próximas décadas, van a haber cada vez más paneles solares en los techos de las casas, de la oficina y la red de distribución tiene que modernizarse para eso. Es necesario que la regulación y el regulador vayan de la mano con eso y permitan a las empresas prepararse para ese momento si no, esto va a ser un desastre de aquí a 10 años y las empresas justamente lo que están diciendo es “necesitamos actualizarnos, necesitamos modernizarnos y necesitamos marcos regulatorios que nos faciliten hacer esta transición”. Por ejemplo, el tema de la decisión de Enel está muy basada en eso y están buscando justamente países donde sientan que van a poder avanzar con más fuerza en esta transición y ahí hay un tremendo desafío para Argentina y para varios países de la región en cambiar este switch y empezar a modernizar la red de distribución.
¿Qué deberían hacer los reguladores para aggiornarse a estos nuevos desafíos?
En términos generales, lo primero es que aquí se va a necesitar un tren de inversiones como no se ha visto nunca en la historia de la distribución porque hay muchos cambios en el servicio. Está la bidireccionalidad, se va a duplicar la demanda de energía a partir de la electrificación, del consumo, de la climatización. Entonces, lo primero es generar las condiciones para que los inversionistas inviertan y eso tiene que ver con dar estabilidad, dar señales regulatorias y que además las inversiones sean lo más eficientes posibles y para eso las inversiones tienen que ser baratas y para que sean baratas tienen que tener bajo riesgo. Una primera mirada tiene que ver con cómo le damos seguridad y tranquilidad a los inversionistas para que avancen con este tren de inversiones y eso tiene que ver mucho con lo que nosotros estamos hoy día difundiendo de considerar los costos reales de las empresas. Este modelo que se usa en Argentina, que se usa en Chile, que se usa en Perú, de la empresa modelo, fue muy útil en cierto momento, pero hoy día cuando queremos empujar un tren de inversiones tenemos que cambiar ese modelo a un modelo de empresa real en que finalmente permitamos que la empresa remunere y recupere las inversiones reales. No sacamos nada con estar postergando los pagos de la recuperación de las inversiones cuatro años o seis años. Lo único que hacemos con eso es subirle el costo a las inversiones y, además, la regulación tiene que avanzar en poner estándares, poner metas y poner incentivos adecuados para que se cumplan esos estándares y metas. Hay que incorporar un concepto nuevo que hoy día no existe prácticamente que es el de la resiliencia. Cómo nos recuperamos y cómo nos preparamos para eventos climáticos extremos que hoy día ya no vamos a tener una ola de calor cada 10 años, sino dos veces al año en los veranos, inundaciones, tormentas, etc. Todo ese tipo de eventos que antes eran más bien esporádicos, van a pasar a ser parte casi del día a día y tenemos que prepararnos y tenemos que preparar las redes para enfrentar ese tipo de eventos. Para eso hay que poner metas, hay que poner estándares, hay que incluir tecnología hay que incluir energía y todo eso tiene que estar considerado dentro de las regulaciones.
¿Deberíamos pasar a un nuevo modelo de regulación y dejar atrás los que se han usado históricamente?
Totalmente, hoy día la distribución va a cambiar completamente. Va a ser simplemente un conjunto de redes que entregan energía a una plataforma en que se van a integrar recursos nuevos, el almacenamiento, la electromovilidad, la generación distribuida. Van a aparecer nuevos modelos de negocio, la comercialización, la agregación de demanda, la gestión de información, todas esas cosas van a tener que interactuar permanentemente. El consumidor también va a cambiar, no va a ser simplemente un receptor, un comprador de energía, sino un productor, un gestionador. Porque va a tener un auto eléctrico que va a poder descargar energía hacia la red en ciertas horas. Va a pasar a ser un actor más dentro de la cadena energética y eso es un cambio de paradigma tremendo para la distribución y que tiene que ir acompañado por supuesto por un cambio de la regulación porque las regulaciones en Latinoamérica tienen 30, 40 años en distribución y prácticamente se han mantenido iguales y la realidad de hoy es muy distinta a la realidad de cuando fueron creadas.
¿Están trabajando en una propuesta para presentarle a las autoridades de cada país?
Nosotros no entramos en las particularidades de cada país para eso están nuestros socios locales. Lo que nosotros hacemos es relevar cuál es la importancia, cuáles son las líneas estratégicas en que hay que avanzar. Por eso te digo, nosotros estamos ahora publicando un paper en que estamos dando tres recomendaciones generales a partir de las cuales lo que esperamos es que las autoridades locales junto con las empresas locales se sienten a conversar sobre cómo esas recomendaciones generales las van adaptando a la realidad argentina que por supuesto es distinta de la chilena, de la peruana, de la colombiana y cada una tendrá sus particularidades, pero todas debiesen apuntar hacia el mismo sentido.
¿Cuáles son esas recomendaciones?
Primero es establecer mecanismos que den incentivos a las empresas y aquí son incentivos simétricos, son premios, pero también castigos para ir mejorando la calidad del servicio y la resiliencia de las redes. Por ejemplo, cuando hablamos de cortes en nuestras capitales, en Latinoamérica, los cortes van entre las 6, 8, 10 horas al año, mientras que, en Europa, en Estados Unidos, están midiendo los cortes en minutos. En Italia, la electricidad se corta 35 minutos al año y en Estados Unidos están conversando de cómo moverse hacia segundos. Porque si en 10 años se nos corta la luz vamos a tener problemas en cargar el transporte público. Los problemas van a ser mayores y por eso es que tenemos que ir mejorando la calidad y la resiliencia. La segunda y la tercera recomendación tienen que ver justamente con cómo damos mayor certeza, mayor certidumbre, mayor seguridad para que se hagan las inversiones necesarias y eso tiene que ver, primero, con remunerar las inversiones reales.
¿Este cambio no implicará un gran aumento de tarifa para financiar estas inversiones?
Bueno, va a depender de cuándo se empieza este proceso. Porque las inversiones no se requieren hoy, se van a requerir en diez, quince años. Entonces, aquí la gran pregunta es ¿cuándo empezamos? Mientras antes empecemos, más barato va a ser para el usuario, porque vamos a tener más tiempo para hacer estas inversiones que vamos a tener que terminar haciendo de cualquier manera. Además, hay que recordar siempre que el componente de distribución es un porcentaje relativamente pequeño de la tarifa. Será veinticinco, treinta por ciento, y solamente ese componente se va a ver impactando. Y va a permitir otros beneficios para consumir, porque al ingresar mayor cantidad de energía renovable, el hacerse una mejor gestión de la demanda o la oferta van a ir bajando también los precios de la energía. Esto va a terminar este proceso en una baja del costo de la energía y la baja en el gasto total energético de los hogares. En vez de gastar en nafta, los vehículos van a cargarse con electricidad. O sea, en esta transición puede que haya momentos en que sube un poco la tarifa, que baje un poco, pero en el mediano plazo, el largo plazo, va a ser beneficioso.
¿El modelo de regulación que proponen requiere un acceso totalmente abierto al regulador para que conozca los costos de la compañía y ahí discutir un margen de ganancia?
Claro, por supuesto, el regulador tiene que saber y tiene que autorizar de antemano cuáles son las inversiones que se van a hacer. O sea, eso es muy importante y por eso es que otra de las recomendaciones que va dentro de esto es que necesitamos reguladores en la región técnicamente fuertes, que van a tener que poder ser capaz de revisar cuál es el plan de inversiones que tiene la distribuidora, revisarlo, hacer ajustes y después van a tener que hacer un seguimiento de que esas inversiones se vayan haciendo efectivamente. Aquí se necesita mayor coordinación y mayor integración entre el rol del coordinado del regulador y de la empresa.
Hace un rato mencionó que, si no se toman medidas a tiempo, si no se planifica bien, esto en un futuro puede llegar a ser un desastre. ¿De qué plazos estamos hablando?
Yo diría que estamos hablando de aquí a los próximos probablemente diez, quince años. En Chile, por ejemplo, está la meta del gobierno de que en 2035 todos los vehículos que entren en el país sean vehículos eléctricos. Ya a partir de cuatro o cinco años más, para cierta gama de vehículos, va a ser más barato comprar un vehículo eléctrico y operar un vehículo eléctrico que uno a gasolina. Se espera que al 2035, en Santiago de Chile, haya torno a un millón de vehículos eléctricos. Cada uno de esos autos eléctricos tiene que cargarse, y cuando se carga, uno lo conecta a un cable que es de siete kilos. Piensa que una casa en su momento de mayor consumo hoy está consumiendo tres kilos. Vamos a multiplicar por tres la cantidad de energía que va a estar usando esa casa en el momento que está cargando el vehículo eléctrico. Si lo extrapolamos a un millón de casas es una cantidad brutal de energía. Entonces, hay que impulsar un cambio radical de infraestructura y también imagínate la cantidad de energía que se va a necesitar. Entonces, vamos a tener que ser más inteligentes y coordinar centralizadamente esto. Aquí uno puede enchufar al auto, pero el auto no empieza a cargar automáticamente. Lo que hay un sistema, que está monitoreando este millón de autos, y que este auto le dice bueno, tú te cargas horas, tú en dos horas más, y que funciona así, porque de esa forma acotamos la curva de demanda y evitamos tener que meter mucha, mucha más generación. Y finalmente también son mayores costos. Probablemente en la próxima década ya vamos a empezar a sentir los impactos de esto si es que no hemos hecho nada.
Para llegar a ese escenario tampoco hay mucho margen para demorar demasiado estas inversiones, ¿verdad?
Exacto. Hoy día estamos a tiempo. Mira, hoy día lo que estamos complicados en la transmisión, en varios países. En Chile, por ejemplo, y hay mucho vertimiento de energía renovable que se pierde porque no hay cómo sacarla. Eso no está pasando en la distribución y no va a pasar en los próximos cinco años, pero evitemos lo mismo que pasó en la transmisión de energía en que tuvimos que llegar a un punto que estamos botando la energía. Para eso tenemos que empezar a pensar en las nuevas regulaciones para que empiecen a aplicarse en los próximos pocos años.
Argentina se encuentra en un proceso de normalización del sistema, en vías a una nueva Revisión Tarifaria Integral. ¿Cree que es una buena oportunidad para adaptar la regulación a estos nuevos desafíos o primero debe enfocarse en los problemas que acumula?
Yo creo que es una gran oportunidad. Empezar a tramitar los costos de la energía hacia los consumidores, yo creo que es bueno. ¿Por qué? Porque nos va a permitir entonces que haya inversiones. Y esto al final redunda en beneficio de los consumidores. Cuando uno congela precios, lo que hace es postergar el problema y el problema se empieza a agrandar y en algún momento termina por explotar. Aquí ya está pasando en Argentina. Esta cuestiones de tarifas, son montos bien significativos de aumento que se podrían probablemente haber hecho en forma más gradual. Tuvimos una contingencia planetaria como el COVID que hizo que muchos países congelen tarifas por un tiempo, pero ya es bueno empezar de nuevo a transparentar los costos de manera de facilitar las inversiones.
En varios países se ha visto un descontento social muy fuerte ante determinados incrementos tarifarios. ¿Cómo hacen ustedes para encarar de este proceso conociendo lo que representa a nivel social?
En este en este rol me ha tocado mucho conversar con gente de Europa, Estados Unidos, y me dicen, mira, en Europa nadie reclama por la tarifa. Cuando hay aumento, se asumen los aumentos. Uno puede decir que tiene mucho que ver con el mayor ingreso de las personas en Europa, pero también la confianza en las instituciones. Si uno confía en que el regulador está haciendo lo mejor posible para entregarte un buen servicio, y que si eso entonces implica un aumento de costo es porque es razonable el aumento de costo, la gente lo toma en serio. Tiene mucho que ver con la desconfianza que hay Latinoamérica respecto de todas las instituciones, las empresas, el gobierno y justamente eso es lo que tenemos que ir cambiando. ¿Y cómo se cambia? Se cambia con diálogo. En Chile pasó todo este tema de los medidores inteligentes porque no hubo una conversación con la sociedad, no hubo una discusión seria respecto de cómo se avanza en la instalación de medidores. Una decisión que se tomó más bien en forma apurada, sin mucha discusión pública, y cuando se empezó a implementar, explotó. Lo que tenemos que hacer es generar las instancias de diálogo, transmitir por qué se hacen las cosas que se hacen y que la gente lo entienda. Y empezar a romper estos círculos de desconfianza que hay que nos lleva toda esta situación de que nos están robando, que el regulador es un corrupto, que las empresas quieren no sé qué. Justamente porque hay desconfianzas que es lo que tenemos que ir rompiendo a partir del diálogo con la sociedad.
Fuente: Energia Online