Rusia a la vanguardia en reactores nucleares con las tendencias globales hacia la s energias renovables
Los nuevos reactores de menor tamaño pueden llegar a instalarse incluso sobre barcos. La energía nuclear parece tener los años contados en Europa a pesar de que muchos dirigentes la ven como una energía de transición, no contaminante, hasta que las renovables puedan hacerse cargo de toda la generación eléctrica necesaria.
La nuclear sufre por el empuje de unas renovables cada vez más baratas, por la negativa de la mayoría de los ciudadanos a que les planten un reactor cerca de casa, por el precio de su construcción o renovación, porque genera electricidad de forma más cara que la generada por esas mismas renovables y porque los requisitos de seguridad después de los accidentes de Chernobyl y, sobre todo, de Fukushima, dispararon los costes.
Francia, líder nuclear europeo, muestra cómo la renovación del parque nuclear puede ser un dolor de cabeza. Su reactor de nueva generación, el que se construye en la central de Flamanville, costaría 3.400 millones de euros e iba a estar enchufado a la red eléctrica cinco años después de que se empezará a construir.
Los dirigentes que defienden la energía nuclear, así como las empresas del sector, miran ahora como solución a los SMR (Small Modular Reactor). Son reactores de entre 30 y 350 megavatios cuando los tradicionales iban de los 700 a los 1.700 megavatios.
La rusa Rosatom lleva decadas trabajando en su desarrollo e hizo de Rusia el país más avanzado en su fabricación. Moscú ya tiene en funcionamiento un reactor SMR a bordo del buque ‘Académico Lomonósov’, anclado frente a la ciudad de Pevek, en la costa norte rusa, frente al Ártico. Lleva dos reactores de 35 megavatios cada uno.
Su menor tamaño y menor capacidad de generación de electricidad suponen también que generan menos residuos radioactivos y que son más baratos y más sencillos de construir. Los más pequeños se pueden hacer en una usina y trasladar cuando ya están construidos.
Reactores como el instalado sobre el «Académico Lomonósov» servirían, dice Rosatom, para darle suficiente energía a ciudades de hasta 100.000 habitantes o a zonas industriales, sobre todo en regiones aisladas. No servirían para sustituir a los grandes reactores más comunes pero sí para mantener la nuclear en zonas del mundo donde el desarrollo de las renovables fuera más complicado.