Una mina de litio por dentro: cómo se produce y exporta una tonelada a u$s53.000
Ámbito recorrió una mina de litio, a 3900 metros de altura. El proceso productivo, las inversiones, el agregado de valor y las discusiones pendientes sobre industrialización, medio ambiente y las comunidades.
Ámbito viajó al Salar de Olaroz, en Jujuy, donde a 3900 metros de altura se encuentra una de las dos minas de litio que produce y exporta actualmente desde Argentina. La empresa, Sales de Jujuy, subsidiaria del gigante australiano Allkem, realizará una inversión de u$s1.500 millones para cuadruplicar la producción de carbonato de litio, cuya tonelada trepó a precio histórico que supera los u$s 50.000.
El Salar de Olaroz se encuentra a minutos de la localidad de Susques, y a unas 3 horas de la zona turística, como Purmamarca, en la Quebrada de Humahuaca, por una ruta que atraviesa la Cuesta del Lipán, un tramo empinado de curvas y contracurvas. Lo primero que se ve al llegar son esos grandes piletones de agua turquesa, parte clave del proceso productivo.
Antes de ingresar a la mina, se realizan todos los procesos de seguridad: soplar para el control de alcoholemia, la toma de presión, de la saturación y del oxígeno. Por la altura, lo más común puede ser la presión alta o palpitaciones. Es el mismo proceso que se le hace a los 200 empleados que trabajan y viven allí en el campamento. Por las restricciones de acceso, la gran mayoría tiene el régimen laboral de «7×7», es decir, 7 días de trabajo por 7 de descanso. Por un acuerdo con los pueblos originarios, el 40% de los trabajadores son de las comunidades de la zona.
Proceso productivo
El proceso productivo para fabricar carbonato de litio consiste básicamente en cuatro etapas. La primera es la extracción: el litio se encuentra en los salares. Se hace un pozo de hasta 600 metros y se extrae la salmuera, un líquido como si fuera agua pero que tiene muchos más minerales además de litio, como el magnesio. Por eso, el siguiente paso es ir a la planta de cal, que se encuentra allí mismo. Es justamente con la cal con la que se le separa el magnesio.
Luego, la salmuera se deposita en esos grandes piletones: son 70, tienen hasta 3 metros de profundidad y ocupan 1.500 hectáreas. Por eso es que se llama método de evaporación: se lo deja entre 9 y 12 meses y a través de la evaporación, el sol y el vientos de hasta 45 kilómetros por hora se logra la concentración del litio, y queda en la superficie el residuo de otros minerales.
«Argentina es hoy el país del mundo que más inversiones recibe de litio», contó José Alioto, gerente de asuntos públicos de Allkem. Uno de los motivos, es por las condiciones naturales. Argentina es el segundo país del mundo con mayor cantidad de recursos, después de Bolivia, aunque Alioto explicó que en el Salar de Uyuni hay mucha más concentración de magnesio. O que puede haber otros salares donde haya litio, pero en Olaroz se dan las condiciones de sol y viento necesarias para el método de evaporación, que implica costos más bajos.
Las condiciones óptimas se encuentran en el desierto de Atacama, en Chile, país que encabeza el ránking mundial de mayor cantidad de reservas de litio (le sigue Australia y luego Argentina). El mayor intervencionismo de Chile, y por el contrario las leyes más liberales de Argentina, son el otro motivo que explica el flujo de inversiones según el sector privado: desde 2020 para acá hubo anuncios de inversión en litio por u$s 5.141 millones.
Después de casi un año en los piletones, la última etapa es el proceso industrial. «Más que minería, somos una industria química», asegura Alioto, quien rechaza las críticas a que el litio se exporta como materia prima. El producto final es el carbonato de litio, grado técnico o grado batería, un insumo que se utiliza para las baterías, ya sea de autos, buses, celulares o computadoras. Por eso, se espera que la demanda aumente a lo largo de los años, en un mundo que busca descarbonizar, y avanzar en la transición energética.
«Dentro de la planta se caen todos los mitos», asegura Alioto. Físicamente, el carbonato de litio tiene la contextura y el color de la maicena. En la parte industrial se utiliza el carbonato de sodio, más conocido como soda ash, para seguir eliminando las impurezas, y finalmente llegar a una concentración del 99,9%. Alioto explica que en Australia al litio se le agrega mucho menos valor, dado que se exporta no como carbonato, sino como espodumeno.
En la parte del depósito de la planta, un auto elevador acomoda las bolsas blancas que llevan una tonelada de carbonato de litio desde los racks a unos containers, mediante el cual se trasladará en camión al puerto de Buenos Aires, para luego su exportación. La bolsa de una tonelada que dice «Allkem, Sales de Jujuy, Lithium Carbonate, product of Argentina» se vendió en el último trimestre por un precio récord de u$s 53.000. Sales de Jujuy exporta el 100% de su producción a los países donde se producen las baterías, como China, Estados Unidos o Europa. Gran parte va a Japón, dado que Allkem en Argentina está asociado a Toyota, que lo utiliza para la producción de vehículos eléctricos.
Con la ampliación de la planta que se inaugurará a mitad de año, será la mayor mina de litio del país. Actualmente produce 14.000 toneladas por año, tiene una capacidad productiva de 17.000 y con el proyecto Olaroz II se sumarán otras 25.000 toneladas en la producción. En la empresa estudiaron que hay reservas como para los próximos 40 años, pero constantemente hay estudios de exploración que van ampliando los recursos.
Debates pendientes
En el debate sobre la industrialización del litio, la empresa contesta que no vio ninguno de los proyectos de ley que quiere hacer el Gobierno. Explican que exportan la totalidad debido a que en el país «no hay demanda local». Sin embargo, Alioto asegura: «Cualquier necesidad de Argentina la vamos a apoyar, si nos piden producción vamos a abastecer». Según pudo averiguar Ámbito, dentro de la cámara de empresarios mineros (CAEM), están en contra de que se pongan «cupos a precios de preferencia», y no a precios de mercado. Además, debido a la necesidad de escala, tecnología e inversiones que requiere una batería, temen que se transforme en un «Tierra del Fuego 2», según comentan.
Luego de conocer la mina, Ámbito visitó Olaroz Chico, una comunidad de 300 personas que viven a 4000 metros de altura, desde donde puede verse el Salar de Olaroz. A diferencia de otras comunidades originarias de Jujuy, como en Salinas Grandes, en Olaroz Chico están a favor de la explotación, inclusive aunque algunos debieron ser reubicados. Tienen un acuerdo económico, prioridades en la contratación de empleo, forman parte del desarrollo de proveedores, brindando servicios como catering y transporte, y realizan monitoreos ambientales cada 4 meses, según explicó Mario Gerónimo, quien lidera la asamblea donde se toman decisiones en base a la votación de los integrantes del lugar.
«Vamos dos personas y hacemos controles de agua, aire y fauna. Por ahora no notamos impacto ambiental», comentó Gerónimo. «Cuando arrancaron a explorar en 2010 tuvimos varias reuniones, hasta que finalmente nos pusimos de acuerdo después de un proceso largo, para ver qué aporte iba a hacer la compañía a la comunidad», agregó. Detrás de él, se observa el mural de la plaza principal de la comunidad, que contiene una cantora, unas vicuñas, y un minero. Todo el lugar, al igual que la escuela técnica, el polideportivo, el albergue estudiantil y el encauce de agua fue financiado por la empresa y el gobierno provincial. Por un convenio internacional, las comunidades son las dueñas de las tierras, por lo que reciben una especie de canon por su explotación.
En Olaroz Chico ya estaban familiarizados con la minería: antes trabajaban para las minas de bórax. «Cuando cerró el proyecto, no había salida laboral más que agricultura y ganadería de subsistencia. Las familias empezaron a emigrar y para 2016 no éramos ni 100. Cuando apareció el litio volvieron, y ahora hay momentos que podemos ser más de 300».
En las últimas semanas, los visitaron de otras dos comunidades que mantienen la misma discusión con otras mineras. La mayor preocupación es por el uso del agua de salmuera, que se extrae de los salares, en una zona de muy poca lluvia. La gerenta de comunicaciones de Sales de Jujuy, Inés Casañas, compara el agua con el Mar Muerto: «Es agua salobre, con 8 veces más que la permitida para el consumo humano, no es potable».
Si bien actualmente en Jujuy hay un proyecto en producción, que a mitad de año inaugurará la ampliación para triplicar la producción, desde Sales de Jujuy puede verse a lo lejos la planta de otro proyecto, de la minera Exar, que comenzará a producir este año. Además, hay otros 3 proyectos en etapa de exploración avanzada y prefactibilidad, solo en esta provincia, dado que en todo el país, hay 38 en cartera.
Fuente: Ámbito Financiero