Crisis: Los usuarios pagan sólo un tercio de lo que cuesta la electricidad
El Gobierno comenzó a difundir varios mensajes de propaganda que buscan resaltar los logros alcanzados en la primera mitad de gestión. Uno de ellos dice: “Vos sabés que frenamos la suba de las tarifas de servicios públicos. Nosotros sabemos que falta recuperar el poder de compra de los salarios para poder crecer. Muchas cosas hechas. Muchas por hacer”.
En diciembre de 2019 el usuario residencial promedio pagaba el 55% de lo que costaba producir la electricidad y no recibía transferencia directa por el consumo de gas (el Estado subsidiaba parte de la producción a través de planes de estímulo). Más de un año y medio después, el usuario residencial solo paga el 29% del costo de electricidad, mientras que en gas, si bien la proporción es mayor, del 75%, hace menos de dos años no tenía subsidios.
En contraposición, en los primeros 6 meses del año los subsidios a la energía aumentaron 65,4% con relación al mismo periodo de 2020 (un crecimiento de 14% real, según la consultora LCG), y se espera un incremento mayor en la segunda parte del año, cuando el consumo de gas es mayor. Según privados, se estima que los subsidios a la energía finalizarán este año en US$8400 millones, un incremento de 34% en relación a los US$6259 millones de 2020. Estas transferencias se cubren con más emisión monetaria, más deuda o bien con más impuestos.
La cosa se complica, si se tiene en cuenta que los costos en dólares no son mayores porque el Gobierno decidió atrasar el tipo de cambio en 2021. El año que viene, si el Gobierno quiere disminuir el gasto en subsidios, las tarifas deberán aumentar por arriba de la tasa de depreciación, una medida que parece poco probable.
En junio, el costo promedio de la generación eléctrica se disparó a $8252 el MWh (US$85), el doble de los $4508 que costó la energía en el mismo mes de 2020, según datos de Cammesa, la compañía con control estatal encargada del despacho eléctrico. Los usuarios residenciales del área metropolitana de Buenos Aires (AMBA) pagan una tarifa promedio de $2402 el MWh (US$25). El mayor costo se explica en parte por la caída de 34% de la generación hidroeléctrica (producto de la sequía), que es más económica, y a la menor disponibilidad de gas, que debió ser sustituido con más importaciones de combustibles líquidos, más caros.
En los próximos meses se espera que el costo de energía eléctrica disminuya a US$68, ya que con las mayores temperaturas habrá menos necesidad de importar combustibles. Esto permitiría que los usuarios paguen una mayor proporción del costo de generación (podría subir a 35%). Sin embargo, seguiría siendo el nivel más bajo desde 2015.
En cuanto al gas, a fines del año pasado el Gobierno lanzó el Plan Gas.AR y firmó nuevos contratos en dólares con las productoras a precios mayores. Con esto se asegura que haya más inversiones y así frenar un poco la baja de producción. Pero no pudo trasladar a los usuarios residenciales esos precios y tuvo que absorber parte de los mayores costos. Por lo tanto, en la actualidad, subsidia alrededor del 25% de la tarifa residencial de gas.
El congelamiento tarifario generó una caída en la producción de gas y electricidad, que debió ser sustituida con importaciones, algo que a su vez implicó un stress cambiario. Esto generó que se perdiera el superávit comercial y fiscal, que habían sido la base de crecimiento durante el gobierno de Néstor Kirchner. Además, el servicio eléctrico empeoro y se hicieron constantes los cortes de luz.
Solo por gas, las estimaciones privadas señalan que en el año se importarán US$1992 millones, considerando un precio promedio anual de importación desde Bolivia de US$5,7 el millón de BTU. En los primeros 6 meses de este año, las importaciones de energía representaron US$2281 millones, lo que implica una suba de 59,3% en comparación al primer semestre del año pasado y un impacto directo en las reservas del Banco Central.