“La cogeneración en la Argentina tiene un potencial muy significativo de entre 6.000 y 7.000 MW”
La Unión Europea lanzó el proyecto EU Climate Dialogues Programme (EUCDs) que tiene como meta apoyar la adopción de medidas de eficiencia energética para la cogeneración en Argentina. En diálogo con EconoJournal, Bouille, experto de la Fundación Bariloche -que organizó el encuentro-, dio a conocer cuáles son las barreras y oportunidades de esta tecnología a fin de lograr la eficiencia energética y reducir el impacto ambiental.
La Unión Europea (UE) y la Argentina desarrollaron un espacio de diálogo que persigue el objetivo de lograr un trabajo en conjunto para apoyar la adopción de medidas de eficiencia energética para la cogeneración en el país, proceso a través del cual se produce energía térmica y eléctrica de una única fuente de energía de forma simultánea. En este sentido, el 13 de julio se llevó a cabo el taller “Barreras para el Fomento de la Cogeneración en Argentina”, organizado por la Fundación Bariloche, en la Secretaría de Energía.
Fue el primer evento de una serie de tres enmarcados en el proyecto EU Climate Dialogues Programme (EUCDs), financiado por la UE. Allí se debatió acerca de la cogeneración y se detallaron cuáles son las barreras y las oportunidades que se presentan en el sector.
En diálogo con EconoJournal, el experto de la Fundación Bariloche, Daniel Bouille, remarcó el potencial y el impacto positivo que podría tener la cogeneración en el país en línea con los objetivos climáticos. En esa línea destacó que “la cogeneración en Argentina tiene un potencial muy significativo de entre 6.000 y 7.000 megavatios”. “Teniendo en cuenta los valores actuales, esto permitiría reducir de forma significativa los Gases de Efecto Invernadero (GEI) producidos por la generación eléctrica que en el caso de Argentina tienen una cuota muy importante de combustibles fósiles”, indicó.
Asimismo, Bouille analizó cuáles son las barreras que impiden el desarrollo de esta tecnología y remarcó que están vinculadas al aspecto regulatorio. Además, destacó la participación de los funcionarios del sector público y privado y sostuvo que “este proyecto tiene la virtud de abrir una nueva puerta de cooperación con la UE y también de generar nuevas oportunidades a la Argentina que le permitan articularse al mercado internacional, sobre todo teniendo en cuenta el contexto macroeconómico”.
¿En qué consiste la iniciativa “Diálogos entre la Unión Europea y Argentina: ¿Eficiencia energética y fomento a la cogeneración como estrategia de mitigación al cambio climático”?
El objetivo de este proyecto consiste en coordinar políticas para generar enseñanzas y transmitir conocimientos e innovación que resulten útiles para que los países puedan incorporar acciones de eficiencia energética que les permitan reducir las emisiones de GEI. En este sentido, cabe destacar dos aspectos. El primero de ellos tiene que ver con que la Unión Europea haya elegido a la Argentina como uno de los países para establecer este diálogo por su injerencia en las negociaciones y en la región. Y el segundo aspecto a destacar tiene que ver con que las autoridades de la Secretaría de Energía y de los organismos vinculados se mostraron sumamente interesados en la propuesta y dispuestos a apoyar el desarrollo de los tres talleres que se van a llevar a cabo. También, a impulsar la promoción de las políticas públicas que permitan superar las barreras que existen en la actualidad en cuanto a la cogeneración en Argentina, que son fundamentalmente del tipo regulatorio. Esto es fundamental porque la cogeneración en el país tiene un potencial muy significativo de entre 6.000 y 7.000 megavatios. Teniendo en cuenta los valores actuales, esto permitiría reducir de forma significativa los GEI producidos por la generación eléctrica que en el caso de Argentina tienen una cuota muy importante de combustibles fósiles, es decir, de gas natural fundamentalmente y en menor medida de los derivados de petróleo.
Hay dos ejes fundamentales. Uno es el político que se da en base a este diálogo entre la Argentina y la UE, y la importancia que esta le da al país como interlocutor e inclusive como elemento que puede llegar a difundir en función de las múltiples actividades que tiene la Fundación Bariloche que desarrolla este mismo tipo de actividades en países como México, Colombia, Ecuador, entre otros.
Nosotros tenemos un equipo totalmente dedicado a la temática de cambio climático y a los aspectos ambientales. Esto hace que para la institución esta iniciativa sea una demostración de la importancia que la misma tiene para contribuir concretamente al desarrollo de las acciones frente al cambio climático.
Para nosotros fue una sorpresa la convocatoria. Al primer taller asistieron más de 60 personas. Desde hace ya mucho tiempo la temática de cambio climático no es tomada como prioritaria en cuanto a políticas públicas, por lo menos desde el año 2003 en adelante. Creo que no se alcanza a medir la importancia que tiene no como tema ambiental sino como tema económico, las oportunidades que abre efectivamente una política adecuada de cambio climático. Hay una cierta ceguera todavía.
La Unión Europea eligió Argentina para encargar este diálogo y trabajo en conjunto. Ustedes realizaron el primer taller y tienen pendientes otros dos. La Unión Europea y Sudamérica tienen que trabajar en la articulación de políticas de eficiencia energética de transición de cambio climático porque son agendas que existen en cada país, pero con objetivos diferentes en cuanto a las diversas necesidades económicas, socioeconómicas. ¿Cómo van a llevar adelante este diálogo? ¿Quiénes van a participar?
El diálogo se presenta como una primera fase que se va a desarrollar en tres talleres. Ya realizamos el primer taller, que es introductorio. Allí se dio una importante participación de actores del sector público, ex funcionarios del sector público del área energética de otros gobiernos y todos ellos se mostraron favorables a este proceso. También, hubo una respuesta positiva por parte del sector privado y de las diferentes cámaras empresarias en la necesidad de contribuir. Cada vez hay más barreras arancelarias que están vinculadas a la huella de carbono. No obstante, la visión del sector privado es la de sostenibilidad desde el punto de vista económico, es decir, observa que este tipo de acciones lo lleva a acceder a nuevos mercados, que mejora la competitividad, la productividad.
En realidad, las grandes empresas no encuentran una barrera económica porque tienen los recursos para llevar adelante estos procesos, todo lo que significa el uso conjunto de calor de proceso y generación de electricidad sin requerir financiamiento. De hecho, el tema del financiamiento sostenible es uno de los ejes que vamos a abordar en los en los talleres siguientes con nuestra propuesta sobre cuál sería el apoyo que se requeriría de parte del Estado para que esto avance. Este punto estará orientado sobre todo a las pequeñas y medianas empresas. El segundo taller consiste en una pre-propuesta y el último es sobre la validación de ambas partes, la parte pública y la privada.
Como consecuencia de esta primera actividad de cooperación con la Unión Europea, podemos llevar adelante otras propuestas de mucho a mayor magnitud que inclusive puedan incorporar proyectos pilotos. Estamos hablando de varios millones de euros para impulsar una actividad de tres años de duración que se engloba dentro de lo que se llaman las acciones climáticas financiadas por la Unión Europea.
Este proyecto tiene la virtud de abrir una nueva puerta de cooperación con la UE y también de generar nuevas oportunidades a la Argentina que le permitan articularse al mercado internacional, sobre todo teniendo en cuenta el contexto macroeconómico.
¿Esta es la primera vez que se encara una iniciativa conjunta con la Unión Europea?
No. Nosotros como Fundación Bariloche ya hemos tenido muchas experiencias con la UE. De hecho, entre 2018 y 2021 desarrollamos un plan de eficiencia energética para Argentina que incluyó un balance de energía útil que nunca se había hecho con anterioridad en el país. Lamentablemente no pudo hacerse de manera completa por la pandemia y la cuarentena.
También, hubo proyectos como la incorporación de una metodología desarrollada en Austria aplicada en Alemania Se trata de redes de aprendizaje generadas por los privados en donde los propios actores del sector adquieren conocimientos de eficiencia energética. Hemos hecho este mismo tipo de proyectos en otros países de América Latina, por ejemplo, en México y Ecuador.
En este momento estamos terminando un plan de eficiencia energética para la industria de Colombia. En todos los casos el financiamiento siempre fue desde de la Unión Europea. Tenemos un amplio contacto que es muy fluido, a veces a través de diferentes organismos de la Unión Europea o de diversos programas. Nuestra relación inició hace muchas décadas. A fines de los ‘70 comenzamos a tener proyectos en conjunto a través de una red que abarcó 10 países incluyendo China, India, Brasil, Tanzania, Senegal, Sudáfrica, Filipinas, Tailandia, Argentina y México.
¿A qué apunta Fundación Bariloche con este tipo de iniciativas? ¿Cuál es el impacto que tienen estas experiencias en el país?
El objetivo que tenemos es contribuir al desarrollo sostenible de los países en los cuales trabajamos. Creemos que esto tendría, desde el punto de vista económico, un impacto positivo para la Argentina si se logran derribar las barreras, sobre todo las regulatorias que son las más importantes para que los actores industriales puedan llevar adelante estas acciones de cogeneración.
El resultado más satisfactorio que se lograría con este diálogo sería que esto sea internalizado por las autoridades. Hay barreras muy comprensibles. Sin embargo, puede haber intercambio de vapor entre las empresas del sector privado, pero no intercambio de electricidad. Esto es por un problema regulatorio.
También, sería importante que cuando se desarrollan los polos industriales se realice un diagnóstico en donde se pueda evaluar cuál es el grado de contribución y complementariedad entre las distintas empresas que se radican en esos puntos. De ese modo sería posible una colaboración conjunta entre compañías. Esto es lo que se llama economía circular. Los residuos de una pueden ser los insumos para otra y puede haber intercambio de electricidad. Apuntamos a que desde el punto de vista de las autoridades se tome conciencia sobre la cogeneración y de que la principal barrera que existe en la actualidad es el resultado de una inadecuada política pública. Creemos que las autoridades actuales y sobre todo Santiago Yanotti han visto este proyecto de forma positiva y se han puesto a disposición para colaborar.
Hace mucho se habla de cogeneración en Argentina, pero en términos de avances sobre todo lo que es el complejo agroalimenticio de Rosario hay oportunidades enormes y, en función de cuestiones regulatorias, económicas o de funcionamiento del mercado se ha avanzado poco. ¿Puede describir cuáles son las barreras que identifican y cuán complejo sería corregir cada una de ellas?
Eso depende del tipo y el tamaño de la empresa. Por ejemplo, para Molinos Río de La Plata que está llevando adelante actividades de cogeneración no hay barreras económicas. La barrera económica es importante para las pequeñas y medianas empresas. Hay otra barrera que tienen todas las compañías, independientemente de su tamaño, que es la imposibilidad de vender la electricidad excedente a terceros, es decir, toda la electricidad que no utilizan en sus procesos. La única alternativa que tienen es entregarla al servicio público.
También, hay una barrera adicional que es la discusión continua sobre las tarifas a las cuales se vende y compra esa electricidad al servicio público. La última barrera es de tipo institucional porque a las empresas que van a cogenerar se les exige que cumplan las mismas condiciones que un generador, cuyo negocio principal es justamente eso, la generación eléctrica. Esto es un obstáculo importante porque las empresas no son generadoras sino productoras de bienes y servicios.
El gobierno llevó adelante dos acciones. Por un lado, la aprobación de unos 100 proyectos renovables bajo la órbita de la licitación RenMDI, lanzada para impulsar la expansión del parque de generación renovable a nivel nacional y también la licitación del parque termoeléctrico. Al observar estas medidas aparece un denominador común y es que a ambos instrumentos Cammesa o los técnicos de la subsecretaría de Energía Eléctrica les dieron cierta flexibilidad para abordar distintos objetivos. Mencionaba que hay un potencial entre 6.000 y 7.000 megas que se podrían sumar al parque de generación con proyectos de cogeneración. ¿Por qué si el gobierno piensa instrumentos para darle sentido a las renovables y aprovechar los nodos que tienen capacidad de inyección o también lo termoeléctrico reemplazando máquinas antiguas no se incluye la cogeneración si es nítido el potencial que posee?
Es inentendible. Se está dando una situación para los actores que están en media y baja tensión de garantizarles un monopolio, a través de la regulación. Si uno encuentra que en la generación hay un cierto grado de competencia esta desaparece en la etapa de transmisión, subtransmisión y distribución.
Otro aspecto que no es menor es que esta situación que se dio en la década del noventa de la federalización del sistema eléctrico también ha creado una complicación adicional respecto a las políticas que no necesariamente son coherentes con los intereses de cada una de las provincias.
Antes la generación y distribución de energía eléctrica estaba en manos de una sola empresa que se llamaba Agua y Energía. Las tarifas eran iguales en todo el país, al igual que los accesos. Eso fue fundamentalmente alterado cuando se llevó a cabo la provincialización de los servicios eléctricos. En este momento eso está actuando como una dificultad porque hay una necesidad de estar negociando cada una de las acciones -que uno debe llevar con una política nacional- con las provincias en particular.
Creo que otro de los temas es que se sigue pensando en un esquema totalmente centralizado, cuando el mundo está yendo concretamente a otro esquema. Hay algunos autores que plantean que dentro de algunas décadas los sistemas centralizados van a tener un escaso peso en los sistemas eléctricos en particular. Es cierto que también se debe considerar la dimensión social en el sentido de que los sectores de mayor nivel de ingresos tienen mayor capacidad para generar su propia energía eléctrica a través de paneles solares, por ejemplo. Entonces, hay que seguir mirando el costo de un sistema eléctrico, lo que se llama ‘costo hundido’ porque si disminuye el número de usuarios ese costo va a ser cada vez mayor. Los usuarios de menor ingreso son los que tendrán menor posibilidad de acceder a esas alternativas. Por eso, se deberá tener en cuenta la dimensión social sobre todo por la equidad y la asequibilidad de la energía. Yo creo que en Argentina debería modernizarse la visión con respecto al desarrollo del sistema eléctrico, para estar más acorde con los desafíos actuales.
En la actualidad existen distintos modelos contractuales, instrumentos, precios tope. Cuando se piensa en un programa de cogeneración se analiza que habrá precios competitivos que servirían. ¿Cree que hay un prejuicio en lo que es el diseño de la estructura por parte de Cammesa de no querer transferir renta a una empresa que podría tener una posibilidad de instalar una planta cogeneradora?
La mejora del rendimiento del sistema en su conjunto cuando se incorpora la cogeneración es de aproximadamente el 40%. Entonces para un actor que tiene excedente de vapor e instala un equipamiento eléctrico el costo que tiene de generación es prácticamente cero. El único costo que va a tener que recuperar, a través de un cierto plazo de vida útil, va a ser el costo de capital, es decir, la inversión que llevó adelante. Con lo cual la energía que puede entregar a la red podría ser a un precio mucho más bajo de lo que pueda estar cotizando hoy en el mercado eléctrico mayorista porque en realidad es una energía excedente que está obteniendo casi sin costo.
Existe un potencial adicional de energía de potencia a un precio muy competitivo. Hoy en una planta de biogás el precio de compra se ubica en torno a los US$ 135 por megawatt/hora. El Estado no cuenta con recursos abundantes para firmar un contrato de 10 o 15 años y garantizar ese precio. Con la cogeneración uno podía garantizar precios más baratos y conseguir entre 500 y 1.000 megas sin tanta dificultad. ¿Cuál es el obstáculo que impide avanzar en esa dirección?
El actor que maneja las redes de transmisión y subtransmisión dificulta mucho la operación de esa red si tiene entradas y salidas intempestivas. En consecuencia, si un actor no es capaz de garantizar potencia las 8.760 horas del año en forma estable eso le genera una complicación al que opera la red.