Portezuelo: advierten que inversión sería inútil
El profesor de Geografía de Mendoza en la Universidad Nacional de Cuyo, Marcelo Giraud, manifestó su «fuerte preocupación» ante el Asesor de Estado del Gobierno de Mendoza en torno al proyecto Aprovechamiento Multipropósito Portezuelo del Viento. En una carta dirigida del funcionario, el catedrático puso en duda que en las condiciones actuales la represa pueda ser llenada alguna vez, con lo cual la inversión millonaria en dólares sería absolutamente inútil.
El receptor de la misiva de Giraud fue Ricardo Canet. El asesor ya había recibido otras cartas con anterioridad, pero las respuestas del funcionario, en línea con la postura del gobernador Rodolfo Suárez, desestimaron esas advertencias. Es por eso que el geógrafo volvió a la carga con un nuevo intento por hacer comprender a las autoridades mendocinas que la obra podría significar un despilfarro de recursos.
«Errores evidentes»
Las cartas anteriores fueron cursadas en los meses de julio y agosto del año en curso. «La Fiscalía de Estado aceptó y analizó dichas notas, solicitó informes a organismos provinciales vinculados al tema, y el 13 de agosto emitió un dictamen que incluye consideraciones sobre las dos primeras, y advertencias sobre la incertidumbre que la actual crisis hídrica implica para el proyecto», mencionó.
«Sin embargo, el dictamen de Fiscalía también acepta y se basa ampliamente en informes de un organismo descentralizado, según el cual las objeciones al proyecto deberían descartarse. Considero que dichos informes contienen errores evidentes, tanto científico-técnicos referidos a la evolución hidrológica del río Grande y sus implicancias sobre el llenado del embalse proyectado y la generación de electricidad, como jurídicos respecto de la normativa sobre el río Colorado, ya suscripta por el Estado mendocino», planteó.
Simulaciones
Giraud dijo que las simulaciones de primer llenado del embalse y de generación hidroeléctrica en las que se basa el gobierno no cumplen con las normativas vigentes a la fecha para las aguas de los ríos Grande y Colorado, ni se adecuan al contenido del Estudio de Impacto Ambiental Regional realizado por las Universidades Nacionales de La Plata y del Litoral.
«La realidad hidrológica actual difiere mucho de la existente cuando se concibió y diseñó el proyecto Portezuelo del Viento, tanto que en 2019 las Universidades Nacionales de La Plata y del Litoral plantearon escenarios de reducción de caudales por cambio climático, que luego la Universidad Nacional de Cuyo retomó en otro informe. De ellos se derivan dos consecuencias principales si se construyera el dique: la incertidumbre respecto de la posibilidad y el tiempo requerido para llenar el embalse, y la generación eléctrica anual mucho menor que la proyectada y difundida por el gobierno, en caso de lograr el primer llenado del embalse», sostuvo Giraud.
Los informes, explicó, fueron realizados después de la Audiencia Pública de Evaluación de Impacto Ambiental del proyecto de dique y embalse -realizada en Malargüe en abril de 2018- y no han sido presentados a consideración de la ciudadanía en ninguna audiencia pública posterior.
Nuevos informes
«Desde entonces la crisis hídrica se ha agravado, y la comunidad científica ha seguido investigando y publicando estudios más profundos sobre el tema. Por todo ello, considero que de ningún modo resulta extemporáneo, sino necesario y oportuno, presentar nuevos informes como este a las autoridades provinciales, a modo de aporte al proceso de toma de decisiones», dijo.
Para el docente está en juego «el destino de la cuenca de los ríos Grande y Colorado, de sus habitantes y la relación de Mendoza con las otras provincias de la misma, así como de los 1.023 millones de dólares con que el Estado nacional está resarciendo en cuotas una deuda histórica con nuestra provincia, y que sería oportuno invertir del modo más razonable y justo, considerando el apremiante cambio climático y nuestros problemas estructurales en temas hídricos», indicó.
Proyecciones que no quieren ver
Junto con la nueva carta Giraud anexó datos realmente alarmantes sobre los efectos del cambio climático en la cuenca, que los expertos denominan «megasequía». Esto incluye disminución de caudales, así como retracción de glaciares en las cuencas altas. El fenómeno es más pronunciado en la cuenca de los ríos Grande y Colorado que en las del centro y norte de Mendoza.
Los registros de la estación hidrológica Buta Ranquil, que comenzaron a tomarse en 1940, indican que el derrame anual medio hasta el ciclo hidrológico 2014/15 fue de 4.692 hm3 (datos de Coirco), mientras que el promedio de los 11 ciclos hidrológicos 2010/11 a 2020/21 fue de sólo 2.631 hm3, es decir una merma de 44% respecto de la media histórica anterior. Coirco sostiene que para el llenado de Portezuelo el caudal debe superar los 3.000 hm3.
«Tal disminución es inédita en los registros del río no sólo por su profundidad, sino por sus 11 años de duración. Desde 1940 hubo por supuesto períodos de caudales menores a la media, pero hasta la «megasequía» actual, cada uno de ellos había durado entre 1 y 6 años. Dicho máximo de 6 años se había registrado en la década de 1940, mientras que en la estación hidrológica Pichi Mahuida (en La Pampa, mide caudales desde 1919) en esa década se había observado un máximo de 8 años consecutivos inferiores a la media», sostuvo Giraud.
Incertidumbre
Según el geógrafo, la «megasequía» no ha terminado y es incierto cuándo terminará. «A partir de los datos de la estación nivométrica Valle Hermoso, en la alta cuenca del río Grande, imágenes satelitales y observaciones en el terreno, el Departamento General de Irrigación pronosticó que el ciclo 2021-2022 será de ‘sequía extrema’ en dicha cuenca», alertó.
«Dada la magnitud de los cambios observados en la actual sequía, dos o tres veces mayor que los pronosticados por los modelos, se teme que estemos ante una potencial subestimación de las proyecciones futuras para la región, y es probable que las condiciones de sequía prevalezcan durante las próximas décadas», añadió el experto.
Giraud sostiene que, así como no sería científicamente correcto asumir que durante el siglo XXI los caudales del río Grande serán iguales a los del período 2010-2021, tampoco es válido afirmar como certeza que el promedio de derrames 1941-2020 se repetirá en las próximas 8 décadas, y ni siquiera en la que estamos iniciando.
«Más bien, las investigaciones de diversos científicos anticipan como probable para el siglo XXI en los Andes mendocinos: nevadas cada vez menos abundantes, pérdida de masa en los glaciares (por lo que su capacidad para mitigar el impacto hidrológico de los años secos será cada vez menor) e importante disminución del caudal de los ríos», indicó.
Fuente: La Arena