Para «The Economist», Argentina está desaprovechando las enormes oportunidades que ofrece China
La revista destaca que el gobierno se esforzó más por reforzar los lazos políticos que los económicos. Y sugiere la relación que podría tener el próximo gobierno con el país asiático.
«Deberían ser una pareja perfecta, como un bife y una copa de Malbec. Argentina tiene tierras fértiles y agricultores cualificados. China tiene 1.400 millones de bocas que alimentar. El comercio bilateral debería ir viento en popa. Pero la política argentina es tan errática que China se pregunta a menudo: ¿dónde está la carne?», así comienza un largo artículo publicado en la web de la prestigiosa revista británica The Economist que repasa los múltiples negocios que el país está dejando pasar en su relación con el gigante asiático.
La pregunta sobre la carne «a veces es literal», bromea la publicación, al recordar que en 2021, tres años después de que China abriera su mercado a la carne argentina, el país «se autoprohibió» exportar carne, en busca de frenar la suba de los precios internos. «Los chinos no lo podían creer», recuerda Patricio Giusto, del Observatorio China-Argentina.
«Argentina necesita desesperadamente capital; China tiene bolsillos profundos. China ansía minerales; Argentina tiene montañas de ellos. En lugar de explotar estas oportunidades económicas, el actual gobierno argentino de peronistas de izquierda ha dado prioridad a los lazos políticos y diplomáticos con China, lo que alarma a Estados Unidos», describe The Economist.
«Un gobierno más pragmático trataría de llevarse bien con las dos grandes potencias, aprovechando al máximo la complementariedad de las economías argentina y china», agrega y prevé que las próximas elecciones podrían llevar al poder a un gobierno de estas características.
Para repasar cómo creció la relación comercial entre ambos países en las últimas décadas, The Economist destaca que más de la mitad de los 62 préstamos concedidos por bancos comerciales chinos en América Latina entre 2007 y 2021 han ido a parar a Argentina, según el Diálogo Interamericano, un centro de estudios de Washington.
«Últimamente, sin embargo, el progreso se ha estancado. Allí donde Argentina tiene una ventaja comparativa, el Gobierno de Fernández la erosiona. Ha desaparecido la prohibición total de exportar carne de vacuno, pero siguen prohibidos siete cortes populares, como el asado», indica la publicación.
Si contara con políticas medianamente sensatas, podría añadir 25.000 millones de dólares anuales a las exportaciones de cereales y oleaginosas en una década, le dijo David Miazzo, de Fada, a la revista.
La revista hace un repaso por el préstamo chino para las centrales de Santa Cruz que aun no terminan de construirse, la retirada de las empresas chinas de la licitación para construir el gasoducto de Vaca Muerta y la salida del país de la petrolera Sinopec tras disputas con los sindicatos.
«El incentivo para invertir en energía se ve empañado por los controles de precios. Los hogares apenas pagan por la electricidad y la derrochan copiosamente. Los cortes de electricidad son frecuentes», describe la revista.
Según la opinión de The Economist, «Argentina parece más interesada en ser aliada de China que su proveedora». Y agrega: «Muchas de las recientes iniciativas de Argentina con China tienen mucho de simbolismo político y poco de sustancia económica. Algunas de ellas han irritado a Estados Unidos».
Pone como ejemplo la construcción de un observatorio espacial chino en la Patagonia cerrado al público y atendido por militares.
Aunque los peronistas desconfían del gobierno de Washington, no quieren enemistarse con él, entre otras cosas porque el apoyo del FMI depende de la buena voluntad estadounidense, destaca la revista. Y sugiere que Argentina ha empezado a dar marcha atrás en algunos acuerdos con China a los que Estados Unidos más se opone.
«Se espera que las elecciones de octubre den paso a un gobierno con políticas económicas más sanas, lo que debería favorecer las relaciones comerciales de Argentina con China. También es posible que esté menos dispuesto que los peronistas a promover las ambiciones de China en el hemisferio occidental», estima The Economist.
«El régimen comunista chino puede quejarse si Argentina elige un gobierno menos favorable a sus objetivos estratégicos y más cercano a Estados Unidos. Pero si eso hace que la política económica de Argentina sea menos descabellada, los inversores chinos podrían acogerlo tranquilamente», finaliza.
Fuente: Clarín